Centauros del desierto


Título original: The Searchers
Año: 1956
País:  Estados Unidos
Duración: 119 min.
Director: John Ford
Guión: Frank S. Nugent (Novela: Alan Le May)
Música: Max Steiner
Fotografía: Winton C. Hoch
Reparto: John Wayne, Natalie Wood, Jeffrey Hunter, Ward Bond, Vera Miles, John Qualen,Olive Carey, Henry Brandon, Ken Curtis, Harry Carey Jr., Hank Worden, Walter Coy
Productora: Warner Bros. Pictures
Género: Western. Aventuras | Película de culto. Racismo. Secuestros


Sinopsis

Texas. En 1868, tres años después de la guerra de Secesión, Ethan Edwards, un hombre solitario, vuelve derrotado a su hogar. La persecución de los comanches que han raptado a una de sus sobrinas se convertirá en un modo de vida para él y para Martin, un muchacho mestizo adoptado por su familia. (FILMAFFINITY)


Crítica por Gabriel Martínez

Cuando tienes ante ti una obra a la que la masa ya le ha adjudicado el adjetivo maestra y está realizada por un intocable de la industria del cine, parece que decir algo negativo es no tener idea alguna sobre el tema, y en ocasiones es cierto.

Nadie pude negar a estas alturas que John Ford, el Intocable, es uno de los grandes y mejores directores de la Historia, con cincuenta años de carrera y más de ciento cuarenta títulos en su haber, entre los que se encuentran películas, a mi modo de ver, superiores a ésta, como “El hombre que mató a Liberty Valance”.

“The Searchers”, como versa en la original, y no ese intento vacío de hacerla más trascendental por parte de los traductores españoles, está considerado el mejor western de la historia y una de las mejores películas de todos los tiempos. Y ahí es donde yo me he perdido algo.

Es una buena película, magistralmente rodada, con una fotografía y planos geniales, de la que han bebido multitud de directores posteriores, y eso es donde está lo verdaderamente grandioso de la cinta. Tiene una buena historia, aunque el tufillo facha del tándem Ford/ Wayne se deja ver con demasiada claridad, aunque a pesar de ello el personaje interpretado por el mítico actor resulta, pese a sus ideales, muy interesante.

No encaja, aunque esto es algo típico del cine de la época, fuese quien fuese el autor: esos hombres blancos que pretenden hacerse pasar por indios con mucho maquillaje y un par de coletas en lugar de contratar indios de verdad; o la niña que reaparece tras cinco años, y por ella han pasado veinte; y esa manera de disparar de los pistoleros, apuntando uno a Murcia y otro a Sydney e igualmente daban en el blanco (perdón, en el mestizo).

Es una película que todo buen amante del cine debería ver, pero sin que el velo dorado que la cubre afecte a la percepción.

Valoración (sobre 10): 6

Gabriel Martínez Ruibal

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