Mad Max (primera trilogía)


 Hoy analizamos la saga de finales de los 70 y principios de los 80 con la que Mel Gibson se hizo un nombre en la industria cinematográfica. George Miller, el creador de este mundo post-apocalíptico, nos presenta una sociedad casi anárquica consecuencia del caos que se vivió durante una guerra nuclear pasada. De todo esto, el espectador ni se entera en la primera película pues podría estar contando sucesos de un pueblo cualquiera de los 80 en el cine, época en la que se pueden encontrar mil películas en las que un grupo de individuos ponen en jaque un pequeño poblado.

Uno de los aspectos más desconcertantes es la representación de los villanos de cada película, caracterizados con ropa, maquillaje y peinados más propios de la cultura cyber punk mezclada con tendencias homosexuales que dejan entrever una doble personalidad un tanto homofóbica del creador de la saga. Además, en varias ocasiones se comenta la práctica de canibalismo por parte tanto de la banda de la primera película como de la segunda. Esto podría haber supuesto un cambio radical a mejor arriesgándose a tratar el tema, me hubiera encantado que pintaran a estos como pintan a los reavers en Firefly Serenity, pero no se cumplen mis expectativas y queda todo en simples menciones.

Mad_Max
Salvajes de autopista


 Como decía antes, esta sociedad anárquica post-apocalíptica no se aprecia en absoluto durante toda la primera película. Parece una sociedad capitalista cualquiera en la que hay ley, de ahí a que hayan agentes de seguridad, todos tienen sus casas en pie con sus jardines cuidados, bien vestidos, y, sobretodo, no se ve que haya escasez de agua ni gasolina.

Sí, lo que hay son unos moteros que cumplen todos los estereotipos homosexuales de la época. A ellos se enfrenta un joven Mel Gibson casi irreconocible y casi sin trama de fondo. Es más, él pierde el protagonismo a mitad de la película para recuperarlo en el tramo final.

Un guión bastante deficiente lleno de muchos de los fallos propios del cine de la época, como la tendencia a alargar desmesuradamente las escenas en silencio provocando el aburrimiento del espectador aunque se pretenda crear tensión. De todas formas, es entretenida y disfrutable, aunque para nada imprescindible para poder ver las siguientes. Es, simplemente, otra película.

Valoración: 5/10

El guerrero de la carretera


 Esta sí es la peli de acción y ciencia ficción ochentera que yo esperaba ver. En ella por fin se introduce de lleno al espectador en la mitología Mad Max desde el minuto uno. Aquí se puede apreciar todo lo que conlleva la escasez de gasolina y la falta de ley. Esto sí es una sociedad post-apocalíptica real, pero de mentira.

Aquí, Max, además de haber envejecido sorprendentemente para los únicos dos años que separan esta de la anterior película, está más mitificado que en la primera, donde, pese a lo que intentaran, mostraban a un chaval correcto que por cosas de la vida se vuelve un cabrón. En El guerrero de la carretera es ya un verdadero héroe de acción que se tiene que enfrentar a más villanos homosexuales con cuero y plumaje.

Bueno, la elección de los malos vuelve a ser deficiente pero la vida de la sociedad artificial en torno al pozo de petroleo está muy bien definida aunque no del todo concluida. Además, el chaval del boomerang es genial, así como la increíble y emocionante persecución final.

Valoración: 6/10

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Más allá de la cúpula del trueno


 Esto es una mierda insoportable. Aquí ya se le va la pinza a Miller, el cual demuestra que le pierde la pasta. Esta es la película más comercial, infantil y gay de toda la saga. Tina Turner es la alcaldesa de una ciudad que se dedica al trueque y cuya energía la extraen de la «mierda» de cerdo. Esto de que los excrementos suministren energía parece coña pero es cierto, cuando puse esta peli se me fundieron 3 bombillas por subidas de tensión.

Desde el principio se nota la influencia de En busca del arca perdida, pues esta película está repleta de toques de humor facilones a lo Spielberg, y más que Mad Max parece Indiana Jones con melena (porque no lo había dicho, pero aquí Mad Mel lleva melenaza para representar que vagabundea por el desierto y no puede cortarse el pelo, pero la barbita está bien cuidada).

Más cosas, como en toda buena tercera entrega que se aprecie, aparece un grupo «divertido» para todos los públicos que ayudarán al héroe con su misión haciendo que saque su lado más humano y vomitivo. Estos ewoks de turno son un grupo de niños con unas creencias religiosas, que a los religiosos les parecerán absurdas, que conllevan a que Max sea considerado un elegido a lo Frodo o Neo. Además, el pelo de estos niños perdidos da mucho asco.

No sé qué más decir de esta cosa, el final es insoportable, ilógico e irreal. Fin.

Valoración: 3/10


 En definitiva, estamos ante una saga que te inyecta adrenalina en el organismo a través de los ojos… y ya. Son muy entretenidas en general, obviando la tercera, pero no aportan más que eso. De todos modos, si tu intención es pasar un buen rato las disfrutarás.

¿Qué pasa con la nueva?

 En las próximas semanas os traeré el análisis de la nueva entrega realizada treinta años después y en la que Tom Hardy coge el relevo de Mel Gibson. No os perdáis el trailer pues no tiene desperdicio:

 

J. Justo Moncho

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