«Mi amigo el gigante»; Spielberg vuelve a la soñadora inocencia

Nota:

Autor de la crítica: Jose Asensio

Steven Spielberg vuelve a adentrarse en su vertiente artística más soñadora y aniñada con esta adaptación de la homónima novela de Roald Dahl; volviendo a dejar un hermoso canto a la amistad y el descubrimiento; a la aventura y los sueños. Un filme para toda la familia encantador y con el espíritu del clasicismo tan reconocible en el cineasta estadounidense.

Sophie se encuentra en un Orfanato de Londres, despierta a las tres de la madrugada como siempre, leyendo un libro y mirando a su alrededor. El descubrimiento mirando a la calle de un Gigante y el percatarse éste de que le han visto, acontecerá el inicio de la aventura que esperaba.

Con una fiel adaptación de la novela de Dahl y respetándose visualmente la fantasía insólita propia del escritor británico, Spielberg formaliza un universo visual creado con la tecnología digital pero insuflada de vida por referencias clásicas como Dickens además de por un director en madurez plena que prefiera conmover con un relato que se toma su tiempo, que se basa en conocer y abrazar a sus personajes más que en buscar la espectacularidad y la sorpresa precipitada.

Una encantadora Ruby Barnhill y un espléndido Mark Rylance que pone rostro y mirada al Gigante torpe en vocabulario pero alquimista y sabio ante su misión de atrapar y crear sueños, completan un conjunto lleno de la inocencia y emotividad habituales en este Spielberg – aunque no llegue al carisma y a la excelencia lacrimógena de E.T. El Extraterrestre, por ejemplo -. Un cuento para toda la familia como los de antes, que desarrolla y abraza a sus personajes por encima de espectacularidades digitales.

Redaccion CM

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