«Belleza oculta»; La vendedora de fósforos de marca blanca

Nota:

Tras colaborar en proyectos tan ambiciosos como El diablo viste de Prada o la serie de televisión Sexo en Nueva York, David Frankel, director de esta cinta a analizar, ha vuelto a poner el dedo en la llaga para obligarnos a sacar la lágrima fácil. ¿Qué mejor época para evocar a la sensiblería llorona? El recordatorio de la muerte de su hija de seis años por Navidad. ¡Qué trágica historia!

Esta vez Will Smith, el mismo que anda sobre un pedregal cinematográfico, se sitúa como protagonista de esta triste historia. Lo de triste lo digo por lo patético que es el intento, no por el sentimiento que provoca la historia. Tres entes vitales encarnados por tres actores de mala muerte con la esperanza de ayudar a su amigo; la muerte, el amor y el tiempo. La muerte interpretada por una artificial Helen Mirren, el amor por una natural (y mala) Keira Knightley y el tiempo por el becario del equipo.

Una ejecución de disparates y sinsentidos que pretenden hacer sentir demasiado. Líneas pretenciosas que quedan en esquemas cutres con vestidito de azúcar y lágrima. Y lo peor de todo, formado por un elenco envidiable en varios aspectos a los que se les suma Edward Norton, Kate Winslet y Michael Peña. Éste último al menos saca alguna que otra risa floja cuando se expone su problema, tratamiento y solución. ¿Que cuál es la solución? Ninguna, pero se ha leído unos cuantos libros de Paulo Coelho y ya puede sonreír mientras mira al horizonte. 

Will Smith pues sigue en su plan, no creo que nadie quiera ir a ver esta cinta por la interpretación del príncipe de Bel-Air. Es Will Smith haciendo de Will Smith. Al igual que en cualquiera de sus otras películas. Sin duda alguna los directores que le eligen no lo harán por querer conseguir algo que no hayamos visto nunca. Nada camaleónico.

La historia da la impresión de que se te humedecen los ojos, pero porque el guión pierde por todos lados y al final acabas empapado de incongruencias y sensiblerías baratas. Alguien me dijo alguna vez que está mal criticar todo lo malo y no decir nada bueno. La duración es buena, no se hace larga.

Concluyendo, un trabajo fallido más para Will Smith y un bache para casi todos los otros. Reencuentro navideño de los tres fantasmas de las navidades pasadas, futuras y presentes que no hacen más que construir una sonrisa en la cara del espectador al ver los inmensos disparates de lágrima fácil que se llevan a cabo.

 

Javier Sólvez

Javier Sólvez López ha escrito 219 artículos en Ciempiés.

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