«Mesa 19»; el noventerismo que nadie pidió

Nota:
La propuesta comicoromántica de turno, Mesa 19 parece no acabar nunca pese a su escasa duración

En los 90 la industria hollywoodiense nos acribilló a comedias románticas. Una moda que duró más de lo que el cine necesitaba pero finalmente pasó a un segundo plano. Ahora, cuando nadie está pidiendo una nueva inmersión en este romanticismo de chascarrillos, Hollywood nos tortura con una nueva propuesta: Mesa 19,

La película trata de un grupo de pseudomarginados que se encuentran en un convite, en la mesa más alejada de la celebración. La mesa de las personas que si desaparecen nadie echará en falta. La mesa 19. Todos, casualmente, tienen sus propios objetivos al aceptar la invitación que poco tienen que ver con disfrutar y celebrar la boda. Algunas de estas subtramas beben demasiado, y sin gracia, de American Pie, mientras que otras se pasan de dramáticas en un contexto cómico. Y, claro está, también tenemos la trama principal protagonizada por una irreconocible, para mal, Anna Kendrick, a la que el doblaje en absoluto ha ayudado.

Este hilo principal que comentaba es el típico chico y chica que no saben expresar sus sentimientos, hacen tonterías por despecho y son tan estúpidos que no merecen protagonizar una obra. Una historia repleta de clichés y personajes estereotipados hasta la saciedad, que sin embargo en algún momento puede pecar de divertir al espectador. Anecdóticos momentos estos.

Mesa 19

Nada nuevo en Mesa 19

En la estructura de Mesa 19 se ha buscado innovar con una presentación de situaciones y personajes excesivamente larga. Esto provoca que luego se adopten relaciones de confianza entre los desconocidos miembros de la mesa a correprisa y de manera muy forzada. Aquí es inevitable desconectar de la historia y volver al mundo real, pues es imposible que el espectador se crea esas confianzas entre unos individuos que no se conocían y que tan poco tienen que ver entre ellos.

Me gustaría salvar la actuación de Lisa Kudrow que en muchas ocasiones recuerda a una madura Phoebe Buffay, pero su personaje está tan mal diseñado que se nota a la actriz forzada e incluso arrepentida de interpretar ese papel.

Mesa 19

Y muy impactante el hecho de que una cinta cuya duración no llegue ni a los 90 minutos se le haga larga al espectador. Pronto se quedan sin ideas de cómo continuar el relato y se dedican a estirar las situaciones, a incluir momentos innecesarios o incluso repetir la misma escena casi calcada, entrando en lo que parece un bucle de ignorancia del guionista, obligado a escribir para cubrir el cupo de duración.

Una película que no es para ver en el cine, sino en casa un domingo en familia o una noche de insomnio. Mesa 19 la disfrutarán seguramente todas aquellas personas que gozaban en la época de la comedia romántica a cascoporro. No obstante, si tienes gusto, mejor elige otra cinta.

 

J. Justo Moncho

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