Desde San Sebastián… (Parte 1)

Crónica de los tres primeros días del Festival Internacional de San Sebastián

Entre vítores y tras alcanzar el punto álgido de la noche con esa casposa oda (trash) al Festival Internacional de San Sebastián llamada Operación Concha, más semejante a Torrente que a las proyecciones pretendidamente de autor que acostumbran a copar los titulares, me veo en la obligación de tratar de resumir mis experiencias recogidas en estos tres primeros días de proyecciones. Porque me ha resultado curioso ver cómo mis compañeros, a menudo tan tremendamente críticos y cínicos, han sido capaces de desinhibirse y disfrutar sin prejuicios de una mala película, bajo el pretexto de descuartizarla a posteriori. Mi espíritu crítico es mucho más laxo, carezco de los conocimientos técnicos necesarios para no dejarme en evidencia y lo enfoco todo desde un punto de vista emocional integramente subjetivo, sirva esto como excusa ante mis hipotéticos lectores.

Pero sin más demora, comencemos:

 

Inmersión (Wim Wenders)
Jornada uno, o cuando Esther Garrel salvó los muebles de una mediocre apertura

 

Inmersión (Nota: 2 sobre 10)

Le tengo cariño a Wim Wenders. De verdad que sí. Paris, Texas es una de mis películas favoritas, y algunos de sus últimos documentales suponían aportaciones muy estimables a su filmografía. No obstante, su vuelta a la ficción, estrellas hollywoodienses mediante, se ha saldado con un cómputo global muy negativo. Ante esa mastodóntica sala conocida como Kursaal 1, Submergence me hizo sumergirme en las abismales fosas del sueño profundo. Puse toda mi intención, pero ante una ausencia absoluta de ritmo, unos diálogos pseudocientíficos reiterativos y monocordes, un tratamiento maniqueo del yihadismo, una dirección plana más propia de una obra de encargo que de un director consagrado, y un uso estridente de la música, la decepción fue inevitable.

Amante por un día
Amante por un día (Philippe Garrel)

Amante por un día (9/10)

La cosa mejoró ostensiblemente con Amante por un día, primera aparición en pantalla (también en sala para contestar preguntas en formato coloquio) de Esther, hija de Phillipe Garrel y actriz protagonista de su última aportación al imaginario colectivo de lo que debe ser una película perteneciente a la Nouvelle Vague. Rodada en un elegante y austero blanco y negro, se trata de una representación tan honesta como carente de pretensiones elevadas sobre la clase media intelectual francesa, que explora las contradicciones del deseo con respecto a la necesidad de supeditarnos a nuestra pareja para sentirnos amados por otro ser humano, aunque esa relación conlleve más quebraderos de cabeza que recompensas, ante la incapacidad de los protagonistas de aceptar su naturaleza sin caer en juegos de (auto)engaño.

 

The Square (1/10)

Continuamos con un presunto plato fuerte del día, la Palma de Oro premiada por el jurado dirigido por Almodóvar en la última edición del Festival de Cannes, The Square. Aquí también tuvimos la oportunidad de tener presente a su director Ruben Östlund para contarnos su soplapollez del círculo de ayuda, en el cual dejó su móvil y cartera. Al acabar la proyección y con la sala aún a oscuras casi los piso al tratar de salir, lo cual hubiese sido una digna paradoja entre lo que pretende criticar y lo que finalmente logra dejar en evidencia, esto es, su desconocimiento y falta de respeto absoluto sobre arte contemporáneo. Se trata de un cuñado cínico y moralista con una presunta y estomagante superioridad intelectual, un sentido del humor entre chabacano y reiterativo hasta el paroxismo, que gustará a aquellos que crean poder sentirse superiores al resto al anclar su discurso en el odio hacia lo que no comprenden y la falta de empatía. Aberrante y efectista, cae en aquello de lo que acusa a toda la sociedad

 

Fireworks, Should We See it from the Side or the Bottom? (Nobuyuki Takeuchi y Akiyuki Shinbo)

Fireworks, Should We See it from the Side or the Bottom? (5/10)

Tras este chute de indignación y asqueo, nos dirigimos hacia la que es la única aportación del formato animación en un festival que suele acoger títulos muy estimables en ese medio de expresión artístico. No es el caso, tratándose Fireworks, Should We See it from the Side or the Bottom? de una medianía en la que no observamos nada del genio reflejado por Akiyuki Shinbo en Puella Magi Madoka Magica. Su animación mediocre y con un efecto 3D deficiente, la reutilización constante de escenografía y secuencias, el argumento con viajes temporales ya antes mucho mejor plasmado por Your name o La chica que saltaba a través del tiempo, nos dejan una obra que se olvida tan rápido como se consume.

 

Call me by your name
Call me by your name (Luca Guadagnino)

Call Me by Your Name (10/10)

Por último acabamos de madrugada con una nota muy positiva en Call Me by Your Name, dirigida por Luca Guadagnino y protagonizada excepcionalmente por Timothée Chalamet y Armie Hammer, acompañados de nuevo por nuestra musa particular Esther Garrel, en una hermosa historia de descubrimiento y exploración tanto emocional como sexual, delicada, sutil y reconfortante a unos niveles como hacía mucho tiempo que el aquí firmante no experimentaba, quizá desde Carol, dejando a un lado debates tan estériles y superficies a la hora de conectar profundamente con otro ser humano como son la hetero o la homosexualidad. Mostrando el verdadero amor y respeto como catalizador de la construcción ética que dota de significado a nuestras vidas. No puedo terminar sin hacer una mención a la espectacular banda sonora, acompañada por temas inéditos del maravilloso Sufjan Stevens, inmerso en un periodo de gracia que no atisba límites artísticos.

 

El tercer asesinato (Hirokazu Koreeda)
Jornada dos, o cuando sales satisfecho de todos los pases

 

El tercer asesinato (8/10)

El tercer asesinato de Hirokazu Koreeda es una película imperfecta. Lo es en el momento en que su ritmo decae tras una escena inicial de una fuerza enorme, que hace prever algo que no ve réplica semejante hasta casi el final de su metraje, además de tener entonces de una fuerza distinta, más emocional y no tanto física, pudiendo llegar demasiado tarde para aquellos espectadores que hayan desconectado previamente de su propuesta. Lo es cuando en su tramo central no puede evitar volverse reiterativa sin que esto afecte a la atención del espectador, que llega a aburrirse, por mucho que estén justificadas a nivel argumental la pistas fallidas, las medias verdades y la motivación que sea que escondan sus protagonistas. Creo que es una película intachable en lo técnico, merecedora de un visionado posterior y en un ambiente más íntimo, sabiendo cuáles son sus pretensiones, no tanto resolver un misterio como sí denunciar un sistema jurídico que no pretende alcanzar la verdad, tan solo consensuar la mentira más cómoda y llevadera. No es lo que sus fans esperan de él (otro agradable drama familiar con final feliz), aunque el cambio de registro no es tan drástico cómo podría parecer, pues este thriller judicial entronca directamente con su temática estrella: la influencia familiar y social a la hora de formar la psique de una persona, y la responsabilidad que esto conlleva.

 

En cuerpo y alma
En cuerpo y alma (Ildikó Enyedi)

En cuerpo y alma (10/10)

Todo mi entorno hablaba pestes de En cuerpo y alma, hasta el punto de que me planteé obviar a la fragante ganadora del Oso del Festival de Berlín. Menos mal que no lo hice, pues es desde ya para mí una de las mejores películas del año, una hermosa comedia romántica escondida en un envoltorio de drama alienador; retorcida y tremendamente arisca en su forma externa, tierna y vulnerable en su interior, en aquello que se materializa en esos sueños compartidos por el dúo protagonista, en el único componente fantástico que a su vez da título a la obra de Ildikó Enyedi. Una inconmensurable Alexandra Borbély da vida a una a un personaje escondido bajo capas y más capas de auto protección en un mundo que premia y fomenta el individualismo extremo y el éxito laboral como sinónimos de fortaleza psicológica que conducen a la felicidad, olvidándose de algo tan mundano como el necesario apoyo externo y la compasión al prójimo.

 

Handia (7/10)

Ahora llegamos a uno de los presuntos platos fuertes de la Sección Oficial. Handia es una película muy contradictoria entre formato y fondo, entre partir de una premisa muy interesante y entre no terminar de explotar todo lo que debiese por falta de riesgo. Por un lado trata de tener una identidad nacional muy marcada, al mismo tiempo que utiliza unos códigos de lenguaje cinematográfico comercial muy gastados, y que son fáciles de asumir por el espectador más ocasional, ya sea en estructura de guión, ya sea en alivios cómicos metidos con calzador, ya sea con casualidades convenientes para hacer avanzar artificialmente una trama casi inexistente. Tiene fuerza en muchas secuencias aisladas, pero como conjunto resulta procedimental, en una deriva narrativa por mera acumulación de anécdotas, con arquetipos que apenas evolucionan un ápice y basando toda la atención que genere en términos de simpatía por el gigante protagonista.

 

Una mujer fantástica
Una mujer fantástica (Sebastián Lelio)

Una mujer fantástica (10/10)

Si algo ha conseguido esta edición de San Sebastián es reconciliarme con el cine que denuncia los conflictos que atañen al colectivo LGBT, siendo Una mujer fantástica otro gran exponente de la lucha encarnizada por el derecho a la libertad identitaria, pues para una mujer transexual como Daniela Vega el conflicto ya no nace de dentro sino de una sociedad, en este caso la chilena, que aún estigmatiza a este colectivo como si de criminales viciosos se tratase, indignos de confianza a nivel hospitalario, judicial o ante las fuerzas del orden. A ella no le basta con ser mujer para sobrevivir, tiene que ser tan fantástica como compasiva y combativa ante la ignorancia, dígase casi una superheroína de a pie, para sobrellevar con buen talante todas brutalidades a las que se ve sometida. Habrá quien tache de maniquea a la película de Sebastián Lelio, yo no me atrevo a tanto, la realidad que muestra es demasiado vigente y necesita ser denunciada con contundencia, y si por el camino nos enternecemos y divertimos, poco más podemos pedir.

 

Tigre (Ulises Porra y Silvina Schnicer)
Jornada tres, o cuando de tres vallas publicitarias dos contendrían obras maestras

 

Tigre (3/10)

Uno a veces se viene arriba. Se levanta tras pocas e incómodas horas de sueño, desayuna rápido y refresca su ojeroso semblante dispuesto a describir esa magna ópera prima que cambiará el paradigma de la categoría Nuev@s Director@s, sintiendo su ego henchido tras el descubrimiento de una nueva estrella en la constelación cinematográfica. Os cuento un secreto: no merece la pena la cantidad de bodrios que ha de tragarse uno para obtener el galardón de esa ruleta rusa. Mi apuesta fue Tigre, y tengo tan poco que decir de ella que por eso he rellenado este párrafo con disgregaciones. En una selva fea y llena de bichos, una abuela hacía chistes de Tinder mientras la madre trataba de liarse con el novio colgado de su hija, y eso es todo lo que recuerdo al cabo de un par de días.

 

Tres anuncios en las afueras de Ebbing, Misuri
Tres anuncios en las afueras de Ebbing, Misuri (Martin McDonagh)

Tres anuncios en las afueras de Ebbing, Misuri (10/10)

Tres anuncios en las afueras de Ebbing, Misuri es a mi parecer la mejor película del presente año. Con el socarrón estilo de Martin McDonagh refinado al máximo, conjuga con gran acierto una trama trágica (interpretada con maestría por Frances McDormand) y una rocambolesca comedia negrísima con un humor zafio repleto de golpes de efecto constantes que sirven como motor motivacional a sus protagonistas, que junto a discursos molones y gags visuales, se refuerzan entre sí manteniendo siempre el tono adecuado a cada situación, alcanzando así el autor una madurez artística con una narrativa mucho más fluida y natural, que no pierde fuerza por pura acumulación ni se nota impostada. Destacar también a Sam Rockwell, haciendo el papel de su vida, tan odioso, tierno y adorable como antihéroe estúpido en su papel como policía enmadrado, racista y homófobo, pero en el fondo de buen corazón, que es imposible no acabar amándole.

 

Custodia compartida (10/10)

La violencia de género es un tema muy socorrido en la ficción cinematográfica pero pocas veces se ha tratado con la rigurosidad, respeto y conocimiento vistos en Custodia compartida, desde ya una película didáctica de obligado visionado en escuelas y facultades, capaz de emocionar con unos trazos muy sencillos y una violencia soterrada que entra en erupción durante explosiones acompasadas con momentos previos de celos, desconfianzas y posesividad propias de una mente enferma y colérica que cae en el chantaje emocional para perpetuar a toda costa el control sobre sus víctimas, y mostrándo como esto puede afectar de forma irreversible a la conducta de sus hijos.

 

Custodia compartida
Custodia compartida (Xavier Legrand)

Una especie de familia (6/10)

Para finalizar el día una (como siempre) espléndida Barbara Lennie da vida en Una especie de familia a una médica argentina inmersa en plenos trámites para adoptar a una criatura recién nacida, poniendo en tela de juicio moral a todos los implicados en el proceso, que deja en evidencia las miserias de un sistema corrupto que se aprovecha a partes iguales de la pobreza y la desesperación ajenas, mientras observamos cómo ella utiliza ese hijo para tratar de acallar todos los problemas interpersonales a los que se ve incapaz de hacer frente. Aún con esto, la propuesta de Diego Lerman no termina de enganchar, resulta histriónica, cae en lugares comunes y reiteraciones que entorpecen la fuerza dramática de los acontecimientos.

 

Se encienden las luces y aún no he enviado esta crónica cuando ya debería haber escrito el resumen de las tres jornadas posteriores. Me gustaría contar anécdotas personales que quizá tengan cabida en un epílogo. Está siendo a ojos de todos una edición mediocre en cuanto a la Sección Oficial, salvada por Perlas ya estrenadas en festivales pretéritos. Pero uno no puede evitar emocionarse cada día, y ver a tanta gente vivir el cine con esta pasión nos enriquece a todos.

Tomas Lorite

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