«Blackwood»; el oficio y talento por el género de Rodrigo Cortés suben este arquetípico y fallido relato de terror gótico

Nota:
Un grupo de adolescentes problemáticas son enviadas a una antigua mansión en la que un programa experimental de reinserción y de educación se lleva a cabo bajo la batuta de Madame Duret

El director gallego Rodrigo Cortés se enfrenta a su primera producción 100% USA adaptando la novela de la escritora Louis Duncan, ofreciendo un filme que dentro de sus arquetipos de terror adolescente y gótico consigue paliar lo débil del guión y del material original explorando temas inquietantes del subtexto y ofreciendo en su segundo tramo un trampantojo de terror y fantástico más estimable en lo escénico y estético.

Un grupo de adolescentes problemáticas son enviadas a una antigua mansión en la que un programa experimental de reinserción y de educación se lleva a cabo bajo la batuta de Madame Duret (Uma Thurman) y un grupo de profesores que desde una estricta educación y una apuesta por materias artísticas buscan sacar lo mejor del talento de las chicas. Desde su llegada a la mansión, las chicas empezarán a percibir extrañas sensaciones y comportamientos en ellas mismas.

Sin que el material original ni el libreto aúpen más allá de lo discreto el filme y lo que podríamos esperar de él, Blackwood ofrece una primera parte excesivamente arquetípica, sin vida y que plantea temas sin desarrollar – el papel del fallecido padre de Katherine, por ejemplo – desde unos personajes cliché de adolescentes con problemas. Tras un arranque titubeante y flojo, el filme se alza gracias a que Cortés se deja ir hacia un mayor cuidado y talento en las secuencias de terror, dejando un pulso y estética loable que saca a relucir (de forma superficial) mucho del subtexto de la propuesta (la maldición que supone el talento artístico, las exigencias sobre la propia creación o la etapa adolescente; sacando a relucir influencias visuales que remiten (muy de lejos) a Suspiria de Dario ArgentoPicnic at Hanging Rock o el cine de Nicolas Roeg; si dejar de lado el oficio para el género de compatriotas como Balagueró o Bayona.

Si sabemos disfrutar y dejarnos llevar por una segunda parte más disfrutable como pieza de género, Blackwood alza el vuelo y sabe maquillar la evidente debilidad de su libreto y lo arquetípico de su relato; desaprovechando a una forzada Uma Thurman en un desarrollo algo sonrojante del personaje y un nivel de jóvenes actrices que parecen poder dar más de lo que les exige (liderados por Anna Sophia Robb), resultando un filme sobrio y con elegancia; algo ya a celebrar frente a otros productos mainstream de género que abogan por el salto fácil y el efectismo.

 

Jose Asensio

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