Ocho años hacía desde Poesía y el que para muchos sigue siendo el cineasta surcoreano más importante; Lee Chang-Dong sigue en plena forma con un thriller cocido a fuego lento. Lleno de misterio y fascinante en su finura, textura y desconcierto. Un drama de autor con esqueleto de thriller que nos atrapa en sus obsesiones, celos. Que hipnotiza y fascina en el cómo se nos narra esta sutil relación triangular. 

Trabajando de mensajero Jongsu (Yoo Ah-in) se encuentra por casualidad con Haemi (Jeon Jong-seo), una vieja compañera del vecindario. Ambos inician una relación y Hanei le pide que cuide de su gato mientras está de viaje a África. Tras su vuelta, Haemi llega acompañado de Ben (Steven Yeun); un joven misterioso y rico que cierra un triángulo lleno de sospechas y secretos.

Ciertamente no había visto ningún filme de Lee Chang-Dong, aún siendo conocedor de su prestigio como cineasta y de una particular visión de construcción del relato. Tras Burning las virtudes dadas a Chang-Dong se me hacen realmente ciertas, brindando a uno de los directores más brillantes con la puesta en escena y el dominio del relato del cine actual.

Burning es un thriller cocido a fuego lento desde sus personajes, desde los secretos y obsesiones que afloran dentro de ellos; adaptando de una forma fiel la novela corta de Murakami al cine primando su construcción dosificada y su puesta en escena.

Burning deja varias de las secuencias más bellas y poéticas de este año, un filme que crece en nuestra mente poco a poco; recordando y descifrando su misterio en nuestra mente y a sus fascinantes personajes. Magníficamente interpretados por Yoo Ah-in, Steven Yeun y una fascinante Jeon Jong-seo.

Lee  Chang-Dong construye uno de los thrillers más sutiles y fascinantes del cine reciente. Uno de los filmes más bellos e hipnóticos del año que sin duda merece toda la mención y reconocimiento que le viene desde su presentación en el Festival de Cannes.

Valoración: 9/10