La noche de los muertos vivientes


Título original: Night of the Living Dead
Año: 1968
Duración: 96 min.
País:  Estados Unidos
Director: George A. Romero
Guión: John A. Russo & George A. Romero
Música: Scott Vladimir Licina
Fotografía: George A. Romero (B&W)
Reparto: Judith O’Dea, Duane Jones, Marilyn Eastman, Karl Hardman, Judith Ridley, Keith Wayne, Kyra Schon, Russell Streiner, S. William Hinzman, George Kosana, George A. Romero
Productora: Image Ten / Laurel Group / Market Square Productions / Off Color Films
Género: Terror | Gore. Zombis. Película de culto. Cine independiente USA


Sinopsis

Las radiaciones procedentes de un satélite provocan un fenómeno terrorífico: los muertos salen de sus tumbas y atacan a los hombres para alimentarse. La acción comienza en un cementerio de Pennsylvania, donde Barbara, después de ser atacada por un muerto viviente, huye hacia una granja. Allí también se ha refugiado Ben. Ambos construirán barricadas para defenderse de una multitud de despiadados zombies que sólo pueden ser vencidos con un golpe en la cabeza. (FILMAFFINITY)


Crítica por Gabriel Martínez


Si “Yo anduve con un zombie” (1943) de Jacques Tourneur está considerada la primera obra de culto sobre los no-muertos, y Peter Jackson consiguió con su “Braindead” (1992), “Tu madre se ha comido a mi perro” en español, renovar de forma muy efectiva el mundo zombie, George A. Romero sería otro punto de inflexión, un nuevo punto de partida copiado después hasta la saciedad y de forma casi siempre errónea.

“La noche de los muertos vivientes”, siendo ésta la ópera prima de un director que ya apuntaba bien alto, es un clasicazo en toda regla del cine de terror y serie b, muestra a la perfección cómo ha de tratarse un tema tan poco serio de una forma seria. Romero no sólo consigue crear ese miedo real, gracias a una genial atmósfera en blanco y negro, sino que rompe los esquemas de lo que se había hecho hasta entonces, convirtiéndose desde ya en un director con personalidad y sello único, aunque dicho sea de paso el resto de su filmografía no tiene, ni por asomo, la calidad y repercusión de ésta.

Otro de los puntos fuertes de la cinta, y que directores posteriores no supieron reflejar, son los mensajes implícitos en ella sin llegar nunca a la pretenciosidad, error muy frecuente en lo que se hace hoy. Por una parte, la moral humana como arma suicida, y por otra, aunque algo más oculto, una sincera patada al racismo.

Valoración (sobre 10): 7

Gabriel Martínez Ruibal

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