Crónica general en la que dedico unas líneas a películas vistas entre la segunda, tercera y cuarta jornada del festival de Sitges.
Escribo sobre:
- “Moscas” de Aritz Moreno
- “Awareness” de Daniel Benmayor
- «There’s Something in the Barn” de Magnus Martens
- Brooklyn 45” de Ted Geoghegan
- “Late Night with the Devil” de Cameron & Colin Cairnes
- “Monolith” de Matt Vesely
- “Jackdaw” de Jamie Childs
- “The Theory of Everything” de Timm Kröger
Algo que quería compartir y que de seguros muchos ya sabéis si habéis disfrutado varios días de algún festival de cine al completo es que es difícil dilucidar con precisión llevando el ritmo frenético que se lleva durante la realización del festival. En mi caso, como acreditado de prensa, el ritmo de horarios de proyecciones, y a ello cabe añadir la presencia en ruedas de prensa y otros actos, hacen difícil a veces disfrutar al completo y poder ofrecer textos atractivos y en profundidad al ritmo de trabajo al que nos vemos llevados en festivales tan frenéticos como es el caso de Sitges, con una cantidad inabarcable de películas, y con una planificación a veces casi de un día para otro. Con esto, tampoco busco justificar las seguramente limitadas habilidades que yo pueda tener (espero que no demasiadas) pero si, en parte, y soy consciente de ello, de que a veces no podemos ofrecer el tipo de texto sosegado que gustaría realizar sobre las películas. Es difícil pensarlas en profundidad cuando casi sin descanso estás yendo de una sala a otra y viendo, de media, unas cinco películas por día. Pero vamos ya con lo que más nos gusta, ver películas (y pensarlas, evidentemente).
Si algo hace de Sitges un lugar por momentos “familiar” es que normalmente sabe cuidar a los talentos que descubre; a esos directores que ya hacen ruido en el certamen con su primera o segunda película; aún más accesible y cercano si son además de nuestro país, con lo que supone casi como templo, el propio festival para las producciones de género de nuestro país.
A esa colección ya cabe meter a Aritz Moreno, que causó merecida sensación con la adaptación de “Ventajas de viajar en tren” en la edición de 2019. Ahora, tras el arduo periplo y dificultades que siempre supone la segunda película (muchos cuentan que es aún más difícil que la primera), Moreno nos llega desde Buenos Aires con “Moscas”. Confirmación de un cineasta singular en la comedia patria y que vuelve a dejar en este filme toques de humor negro fatalista y de absurdo en un relato sobre el descenso a los infiernos de un corrupto jefe constructor; un ricachón bastante desagradable que ve tambalear su imperio cuando encuentra en su maletero un cadáver.
En una especie de “Jo, qué noche” – o para mantener su esencia argentina, como un capítulo de la excelente “Relatos salvajes” -, el espectador busca junto a nuestro desagradable protagonista las respuestas a quién le ha puesto en ese marrón; construyendo en formato episódico a los posibles “culpables” de ese chantaje. Un compendio de fino y brillante humor negro que quizás pierde algo del factor sorpresa que tenía su anterior película, en parte porque su premisa ya suena a vista aunque nos impacten algunos momentos de su desarrollo y sobre todo ese negro cinismo absurdo del que Moreno nos hace cómplices.
Hay que destacar además el soberbio trabajo de Ernesto Alterio, puro carisma en la piel de este pillo empresario, en una de sus mejores exhibiciones como intérprete. Sustentando en todo momento el universo de Moreno y siendo consciente de los mecanismos de esta disfrutable película sobre los remordimientos y la casualidad que sin duda ha dejado algunos de los momentos más hilarantes e insólitos de esta edición de Sitges. Aritz Moreno, ya es uno de los nuestros.
Otra ambiciosa producción patria se presentó en Sitges. Esta con un mayor aval al contar con la plataforma de Amazon detrás y, a diferencia de otras intentonas en el pasado, con un aire de cierto cariño para sus responsables de intentar ofrecer una superproducción al más puro estilo Hollywood juvenil – intento de franquicia, actores jóvenes, elementos de fantástico y de cine de superhéroes – sin que desmerezca a nivel técnico a esos filmes.
Hablamos de “Awareness”, de Daniel Benmayor; una producción que busca al público juvenil en una mezcla que bebe de la ciencia ficción de “Matrix o “X-Men” o del cine de acción de Michael Bay que si en algo destaca es en su cuidado aspecto técnico y de VFX; que caen en buenas manos ante el buen hacer de Benmayor como director; ofreciendo una película entretenida y que se atreve con escenas de persecución y acción coreografiada sin sentirse pequeña.
Lamentablemente, el bajón está en otros aspectos y es en su guion, un tópico “viaje del héroe” que hemos visto miles de veces; y con las trampas que permitan pensar en posibles secuelas y en que sus rostros más conocidos puedan aparecer de nuevo; puro “cine algoritmo”. Además algunas interpretaciones dejan que desear, como si sólo pasaran para cobrar el cheque (vale salvar de la quema a Pedro Alonso). Cine de consumo rápido y al que no darle muchas vueltas.
De consumo rápido para los fans de Sitges también son propuestas como la que nos ofrece Magnus Martens en “There’s Somehing in the Barn”. Típico “crowd-pleaser” de comedia de terror gamberra que remite en su historia a algunos de los clásicos populares del cine de los ochenta.
Una revisión del “Gremlins” de Joe Dante – con claros referentes como las tres normas o la ambientación navideña – actualizado a los tiempos de Airbnb y cambiando a las criaturas por la leyenda de los gnomos en Noruega. Una película entretenida con algún momento ocurrente de humor y de violencia que sin duda encontrará su lugar entre los entusiastas espectadores del festival; aunque acabe por ser una comedia de terror del montón; para programarse en un maratón de navidades gamberras con amigos.
Otro producto de género habitual (y que incluye también cierta iconografía navideña) es el que nos presenta “Brooklyn 45” de Ted Geoghegan. Correcta cinta de espíritu de serie B que en su premisa bien podría valer un episodio de “The Twilight Zone”.
Un grupo de veteranos amigos de la Segunda Guerra Mundial deciden cenar juntos en casa de su problemático anfitrión para recordar el fallecimiento de su esposa, y amiga también de la troupe. Lo que nadie esperaba es que el anfitrión tiene pensado hacer una sesión de espiritismo para mirar de contactar con su fallecida esposa; pero ello se complicará rápidamente.
Si algo tiene de interés “Brooklyn 45” es que Geoghegan no va al grano, se para a trabajar la dramaturgia de sus personajes – nada del otro mundo – pero no siempre habitual en este tipo de propuestas y en servir desde su elemento paranormal una interesante reflexión sobre la oscuridad y trauma que genera la guerra en los que las experimentan y también en tejer una pesadilla americana que, sin ser nada del otro mundo, funciona.
Más elementos paranormales suceden en la más celebrada (la opinión general parece ser muy positiva en el festival) “Late Night with the Devil”, firmada por los hermanos Cairnes. Una película que nos traslada a un programa late night de la televisión estadounidense en los años 70 y que sabe construir una atinada ambientación de la época y de estos formatos; además de trazar un cierto filón sociológico sobre la obsesión de la sociedad americana con el ocultismo y, en especial en esa etapa, con lo demoníaco y las sectas; tras los hechos sucedidos en Waco o los crímenes de Charles Manson.
David Dastmalchian protagoniza esta interesante propuesta que en especial brilla en su ambientación, fiel diseño y en su intento de jugar con el mockumentary, el propio lenguaje del late night y una película de posesiones y demonios interiores que, quizás no perturba como esperamos en sus momentos de mayor terror, pero si deja un título de serie B más que satisfactorio.
Menos satisfactoria, posiblemente la peor película hasta ahora vista en el festival es la británica “Jackdaw”, de Jaime Childs. Una interesante premisa que nos remite a thrillers de acción directos y al grano se ve abocada al fracaso a causa de un guion que es puro cliché y personajes sin carisma. Un sucedáneo sin mucho fondo, más allá de un trama paterno que por ahí aparece, del “Drive” de Nicolas Winding Refn, cambiando el coche por una moto de motocross, y que tampoco sabe aprovechar su ambientación en el neblinoso y frío nordeste de Inglaterra, ni a su aparentemente atractiva pareja protagonista, Oliver Jackson-Cohen y Jenna Coleman.
Otra película que nos remite a otra, vista en el festival el pasado año por cierto, es la australiana “Monolith” de Matt Vesely. Película en la que una periodista en horas bajas que intenta resucitar con un podcast sobre lo insólito y temas de misterio da con un mensaje anónimo que le lleva a investigar el misterioso orígen de unos lingotes negros, que aparentan ser de origen extraterrestre.
Una premisa y construcción, una sola actriz, un solo espacio (aquí algo más grande ya que es una casa al completo) y sólo audios y pantallas en las que la protagonista busca unas respuestas que, como en el filme de David Tinoco, le reverberarán con temas personales de su pasado y una exploración de ella misma.
Pero a diferencia del filme protagonizado por Andrea Trepat, “Monolith” pretende tocar muchos temas sin profundizar en ninguno – thriller alien conspiratorio, el poder de los comunicadores y los medios, dramas familiares manchados por la culpa… – dejando un filme lo-fi que se deja ver y que especialmente, se sustenta en el trabajo interpretativo de la actriz Lily Sullivan (una de las dos “scream queens” de “Posesión infernal: El despertar”).
Nada que ver con las antes mencionadas, se presenta en Sección Oficial la película alemana “The Theory of Everything” de Timm Kröger. Una especia de burbuja, de viaje en el tiempo; en el que Kröger recupera las formas y el desarrollo de los thrillers y del cine de misterio clásicos, desde los más modélicos de Hitchcock hasta las vanguardias de Resnais o Godard (cuando jugaba con el noir). Una película de desapariciones sin resolver, de un invitado que nunca aparece y de un secreto bajo la montaña realizada con el tono de antaño, que se desarrolla con cautela y paciencia (quizás por momentos demasiada) y desde una preciosa fotografía en blanco y negro.
Kröger teje desde un hotel en Suiza un retrato de la identidad en formación y cambiante de una Alemania post-nazi, de ancianos científicos que se esconde mucho entre ellos pero, sobre todo, como en el cine clásico de siempre una historia de amor está en el centro. Un romanticismo que no se pierde con el paso del tiempo; un complemento a lo Resnais que brinda a esta película, que peca de no pocas ínfulas pero indudablemente interesante; una «rara avis» que rescatar del festival.
Valoraciones finales:
Moscas (***) – Oficial Fantàstic
Awareness (***) – Sessions Especials
There’s Something in the Barn (***) – Oficial Fantàstic
Brooklyn 45 (***) – Panorama Fantàstic
Late Night with the Devil (***) – Oficial Fantàstic
Jackdaw (**) – Òrbita
Monolith (***) – Noves Visions
The Theory of Everything (***) – Oficial Fantàstic