«Snowden»; el hombre que destapó el Gran Hermano de la era internet
Tras una desangelada filmografía reciente, Oliver Stone vuelve a las claras con su temática política para el biopic dedicado a Edward Snowden, firmando su mejor película en muchos años pero de una forma muy convencional y en la que ciertos momentos de la historia no se exploran lo suficiente.
Stone toma como punto de partida del relato la grabación en el hotel Mira de Hong Kong en el que Snowden quedó con Laura Poitras y los dos periodistas del The Guardian para confesarles y pasarles toda la información que había destapado de la NSA. Un punto de partida que nos remite evidentemente al magnífico y oscarizado documental de la propia Poitras, utilizando sólo ese espacio de aquí en adelante como escenas de transición entre los flash-backs en los que vemos desde sus comienzos en el ejército hasta la revelación y la extracción de información de su trabajo en Hawaii.
Aunque lo que nos cuenta Stone no resultará revelador para los que hayamos visto el documental de Poitras; Stone acertadamente, pone en escena a las personas que le rodearon en todos esos años; sus amigos de la organización que silenciosamente permitieron el robo de datos de Snowden y sobretodo su relación con su pareja Lindsay. Esta subtrama impone la empatía del espectador, al trasladar a un cosmos privado la realidad espía de la falta de privacidad y libertad.
Una encarnación sobria y mucho más mimética y notable de lo que parece que la temporada de premios parece considerar, Joseph Gordon-Levitt encarna con mucho acierto a Ed Snowden y consigue una química excelente con Shailene Woodley, muy natural y herramienta dramática importante en el cambio de posicionamiento ideológico de Snowden; yendo del patriotismo más ferreo, habitual del post 11-S, a un liberalismo crítico.
Stone no deja entrar su frenético montaje, siendo lo visual lo más discutible del filme al resultar más convencional de lo que el instante histórico que cuenta merece, viniendo además de la mirada de uno de los cineastas más ácidos y críticos con la historia reciente estadounidense. La otra, aunque se comparta la misión y los principios de Snowden, es que Stone se posiciona claramente a favor de él, representándolo como un héroe épico; algo que se clarifica en la última escena.
Más convencional de lo que la figura a la que retrata merece, es la fascinante historia del real Gran Hermano de la era internet y la paranoia post 11-S, lo que permite que el filme se vea con eficacia y pegado a la butaca, destacando su sólido reparto y que el filme pueda servir para que la historia tras Snowden pueda llegar a un público más numeroso que el excelente documental de Poitras.