«Desierto», la penuria de la inmigración llevado al nivel de la caza
«Bienvenidos a la tierra de la libertad». Ésta podría ser la frase irónica que define por completo la película. Hoy se podrá disfrutar de su proyección en Sitges, participando en la sección oficial de largometrajes, abarcando el tema de la inmigración mexicana y la llegada a la frontera norteamericana. Sin embargo, se nos plantea de un modo diferente a lo que estamos acostumbrados sobre estas películas. No se trata de un documental informativo ni de ninguna penuria ante los contratiempos. Aquí se presenta una auténtica pesadilla (no me refiero a que sea pesada, sino que es la base del argumento).
Jonás Cuarón, director y guionista de este filme, así como de otros como Año Uña y de cortos como Aningaaq y The Shock Doctrine, plantea una trama que, de primeras puede parecer algo repetitiva: inmigrantes que buscan llegar a una tierra mejor para prosperar y ayudar a sus familias. Sin embargo, al poco tiempo de su inicio nos encontramos con numerosos momentos de tensión e intriga, dónde los personajes principales se ven acorralados por el sentimiento del racismo y el patriotismo.
Los protagonistas ven como su sueño de llegar a los EEUU se ve amenazado por un cazador al más puro estilo tejano, que vive por y para cazar, y cuyo último objetivo es ‘proteger su hogar de las hordas invasoras’. Tal es su obsesión que, acompañado de su rifle y su letal perro de presa, hace lo imposible para que el grupo proveniente de México no sobreviva a su paso por el desierto hacia la civilización.
En cuanto al reparto, podríamos decir que los dos papeles principales, tanto el de Gael García Bernal (Moisés) como el de Jeffrey Dean Morgan (Sam), suponen una gran alza a la producción, mucho más con el de este último, pues su carácter psicótico, calculador y frío lo convierten en todo un asesino en serie sin escrúpulos. El resto del elenco pasa sin pena ni gloria, pues apenas tienen relevancia durante la película.
Resumiendo, una película que no se podría decir que sea una de las favoritas de Sitges 2016, pues no deja de ser un largometraje basado en inmigración y un cazador cuya presa son personas, pero sí que se puede aconsejar para su visionado, consiguiendo momentos de auténtica tensión.
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