Las miles de personas que disfrutaron este verano con Stranger Things están de enhorabuena, pues les voy a chivar una cosa que les cambiará sus vidas: la serie B sigue existiendo. Sí, no son superproducciones (de ahí el serie B y no A) como la obra de Netflix pero en su mayoría son igualmente disfrutables. Esta obra puede ser un gran punto de partida para adentrarse en el género, ya que no se conforma con hacer este género esperemos que inmortal, sino que además lo hace desde una perspectiva ochentera perfecta, desde la música hasta los elementos más importantes de la historia.
Se trata de una especie de Jumanji pero de terror de bajo coste. Los protagonistas encuentran un juego de mesa de estos que mezclaban tablero y VHS (aún mantengo alguno y me ha hecho sentirme viejo) en el despacho de su fallecido padre y deciden jugar. Pronto se dan cuenta que el juego se ha tragado el alma del difunto y se ven obligados a jugarlo, aventura acompañada de una gran cantidad de sangre con efectos cutrecillos, momentos fantásticos sin sentido y puntazos cómicos propios del género. Una maravilla.
La duración es la idónea para un producto de estas características, y el director ha sabido muy bien jugar con ella, no dejando escena de relleno alguna. Tardas poco en iniciar la partida y empezar ese divertido y diabólico juego narrado desde el VHS por la mismísima Barbara Crampton, una de las figuras más notables de la serie B. Los personajes son muy divertidos y están perfectamente interpretados para meternos de lleno en la cultura de las producciones de terror de bajo coste. Esto es exagerados y muchas veces sobreactuados.
Obra muy recomendable para ver con los amigos y pasar un buen rato, aunque difícilmente se estrenará en las pantallas de España. Por suerte existen otros medios para llegar a ella.