«La cena (The Dinner)»; torpes juegos tonales para una fallida reflexión sobre los dilemas de la condición humana
Dos hermanos y sus respectivas parejas quedan en una fina cena en un restaurante de prestigio para lidiar un tema del pasado reciente que deben arreglar
El israelí Oren Moverman ofrece una cinta de premisa sencilla e intuíble teatralidad que teje desde una adinerada cena en un prestigioso restaurante entre dos matrimonios busca tejer una errática reflexión sobre la condición humana y ciertos dilemas morales.
Dos hermanos y sus respectivas parejas quedan en una fina cena en un restaurante de prestigio para lidiar un tema del pasado reciente que deben arreglar; uno es un congresista de éxito en la política (Richard Gere) y el otro un profesor de Historia retirado por problemas psicológicos (Steve Coogan). La cena se va dilatando en el tiempo a la hora de sacar el tema principal del que iban a hablar por problemas que surgen entremedias, como las llamadas al congresista o las constantes huidas de Coogan de las discusiones y las asperezas que florecen durante la cena.
Construida episódicamente como un menú de restaurante, Moverman teje un filme errático, que rompe continuamente el tono sin grandes justificaciones; dilatando el conflicto principal con un abuso de flash-backs que rompen el tono y que permiten ofrecer un perfil psicológico del profesor protagonista – el personaje más insoportable de la cinta, por cierto – y revisitar un acto deleznable propugnado por el hijo del matrimonio. Aunque tenga su cierto sentido dramático, la cinta se excede en divagaciones que rompen el tono y el interés del espectador; siendo en su más teatral último tercio donde al fin salen los dilemas a discutir, aunque ya nuestra atención sea más bien baja.
Moverman tenía una premisa interesante, que podía obtener con cierta sencillez teatral una pieza fílmica notable sobre muchos de los dilemas humanos que como familia, trabajadores y padres nos enfrentamos. Desaprovechando un reparto atractivo y profesional – en el que cabe destacar a Gere y Linney – a causa de una cinta de tonos erráticos e intermitentes que resultan excesivos en las dos horas de duración.