53 Festival de Sitges 2020 – Crítica de «Mandibules»
Quentin Dupieux es uno de los refugios habituales para el amante del cine de Sitges. Uno de los grandes genios de la comedia surrealista que, tras su paso por Venecia, ofrece con Mandibules su título más redondo y accesible hasta la fecha, con permiso de Réalité y de Rubber. Toda una sensación para el público de Sitges de esta edición tan excepcional.
Manu y Jean Gab (Grégoire Ludig y David Marsais), son dos perdedores de la vida que aceptan un encargo de transporte. Durante el trayecto en coche se percatan de que una mosca de dimensiones nada normales se encuentra en el maletero. En cuanto descubren ese algo insólito, deciden amaestrarla y así ganar mucho dinero, aunque durante el camino se encontrarán con un grupo de jóvenes pijos que confunden a Manu con un viejo amigo del instituto.
A partir de este breve relato lleno de situaciones absurdas, Dupieux afina una de sus películas más afiladas y sólidas, gracias sobre todo a un fantástico dibujo de personajes, hilarante cada una de las apariciones del personaje interpretado por una sorprendente y estupenda Adèle Exarchopoulos. Un canto a la amistad como unión irrompible hasta en el fracaso y un curioso discurso sobre la diferencia de clases, que no tiene tanto que envidiar a la oscarizada Parásitos, son el corazón de una de las cintas imprescindibles de esta edición del 2020. Una comedia que bien nos merecemos en estos difíciles tiempos y que promete de nuevo presencia del director galo en el palmarés.