«Lamb»; madres, padres e hijos
Valdimar Jóhansson es otro nombre a anotar de la fructífera y reciente cinematografía islandesa. Muy dada a descubrirse y a rascar premios en el circuito de festivales – véase en nuestras fronteras el éxito estos años de Sparrows en San Sebastián, o el de Un blanco, blanco día en el D’A Film Festival de Barcelona -, ha acabado siendo el adalid del drama rural europeo; al ofrecer en su mayoría de películas reflexiones existenciales y dar buen uso del impresionante paisaje gélido y volcánico país nórdico.
Estas características se dan de nuevo en Lamb, pero acentuándose una mirada primaria sobre sus personajes, una mirada que va más allá de la razón y que habla de la paternidad desde la propiedad más cándida y animal de la palabra.
Lamb nos presenta a una pareja sin niños que descubre es testigo en su granja del parto de una de sus ovejas y como la cría es mitad humana-mitad cordero. Ante la situación, deciden tomarlo como hijo propio y educarlo en casa como una niña humana cualquiera. Pero la naturaleza y el paso del tiempo tiene otros planes a los que deberán enfrentarse.
Jóhansson muestra una enorme pericia en ir dosificando la información desde los silencios sutiles de sus personajes; desde su dolor interno y haciendo que podamos meternos de lleno en ese ambiente casi primitivo que es el llevar una granja (almenos para la gran mayoría urbanita que visitará el festival estos días y los cines más tarde) y el paisaje asolado que rodea la casa.
Un relato duro y tierno sobre la paternidad más primaria (la protección) y sobre el duelo que destaca en las naturales interpretaciones de sus protagonistas, con una excelente Noomi Rapace al frente, y en un diseño del pequeño cordero sencillo y eficaz para que nosotros también empecemos a sentir empatía por lo que le sucederá. Notabilísimo debut.