«Zootrópolis», al público le encanta ver animales con pantalones

Nota:

Hace unos días nos llegaba la noticia de que Zootrópolis superaba la barrera del billón de dólares en recaudación. Se convierte así en la tercera película animada de Disney, tras Toy Story 3 y Frozen, que lo consigue, superando incluso a El Rey León. Pero, ¿qué es lo que tiene esta película que ha cautivado a medio mundo? Es decir, la tercera parte de los muñecos que cobran vida se trataba del cierre, o eso nos hicieron creer, de una trilogía muy amada por el público, y Frozen fue el regreso de Disney a sus obras nativas, las animaciones de princesas repletas de gente cantando. Lo único que se me ocurre que haya sido el gancho para atraer a tanto espectador es el atractivo de ver a animales haciendo de personas.

Sí, nos encanta ver los topicazos del reino animal fusionados con los topicazos de la sociedad humana. Disney lo sabe y no es la primera vez que nos ofrece algo de este estilo, ahora mismo me viene a la mente su magnífica Robin Hood. No obstante, más que de sus obras anteriores, encontramos más acercamientos al Fantástico Sr. Fox de Wes Anderson e incluso a la española La crisis carnívora. Sobre todo a esta última por dibujar una sociedad animal estructurada y organizada políticamente, y donde destaca la incapacidad de convivencia entre depredadores y presas.

Con este último punto es con el que construye Disney esta entretenida película para todos los públicos– que no para niños y ya- con forma de thriller detectivesco, donde tras la desaparición de varios depredadores la protagonista deberá indagar para acabar descubriendo una trama política más grande de lo que a priori parecía. Para conseguir su objetivo deberá luchar por su reconocimiento, en una sociedad donde es discriminada por su origen y raza. Pero no solo ella, sino que todos y cada uno de los habitantes de la ciudad viven conforme dictan las cualidades o carencias de cada raza, donde los fuertes se alzan con el poder sin sudar y los «débiles» deben aceptar los futuros menos «dignos», como vender en una carretera zanahorias o ser un estafador-ratero.

La cinta te mantiene atado al sillón durante gran parte del metraje, aunque cierto es que tiene algún que otro altibajo. Está estructurada como el cine negro de los 40 y 50, con un doble nudo y desenlace: uno inicial que mediante a un giro inesperado a mitad de la obra, donde se había escrito como un desenlace, te deja con una nueva historia relacionada de una amplia duración. Este formato puede descolocar a los espectadores acostumbrados al ritmo regular, pero se compagina muy bien con multitud de guiños y chistes, entre los que se parodian obras de la cultura popular como Breaking Bad, muestra de que no es una película solo enfocada al público infantil.

Es muy divertida, pero ni de lejos se trata de la tercera mejor animación de Disney pese haber recaudado tanto. Veremos si esta cifra sigue aumentando el próximo mes cuando nos llegue en los formatos domésticos. Yo me quedo con El Rey León.

J. Justo Moncho

ha escrito 286 artículos en Ciempiés.

A %d blogueros les gusta esto: