«Peaky Blinders»; Tercer round
Después de un largo periodo de espera los Peaky Blinders vuelven a la televisión. Tras dejarnos huérfanos con el final de la segunda temporada la serie regresa para contarnos sus historias de gangsters, rock y corrupción dos años después y de una manera digna de mención. La familia Shelby esta vez continua su escalada hacia la cima del poder regodeándose con duquesas, ministros y clérigos, dejando atrás las trifulcas entre barrios que se podía ver en las primeras temporadas. Esta vez Thomas Shelby (Cillian Murphy) destacará por no dar siempre el último golpe, enfrentándose a enemigos que son tan inteligentes como él e incluso más.
Los spoilers caducan cuando ha pasado un año o más, por lo que en esta crítica recordaremos algunos detalles acontecidos en la primera y segunda temporada, si la ocasión lo cree necesario. En esta última temporada deberemos de destacar la falta de la reina del tablero (o rey, según se quiera), el inspector jefe de policía Chester Campbell (Sam Neill), quien murió a manos de la mangoneada Polly y que, como se puede ver en alguna que otra ocasión, dejará huella en la personalidad de la cabecilla fría y calculadora que aparentaba ser al principio de la serie.
En esta ocasión la policía queda a un segundo plano y será una de las menores preocupaciones del grupo organizado, que goza del respaldo de gran parte del cuerpo de policía y que, como ya hemos dicho, deberá temer esta vez más por la burocracia y los enemigos invisibles. Cada personaje mantiene en todo momento su esencia pero a su vez se nota la evolución de muchos de ellos, ya sea por algún acto que tuvieron que ejecutar en el pasado o simplemente por iluminación del Señor. Algunos momentos llegan a ser algo caóticos al querer explicar el avance argumental de cada uno de ellos pero precisamente es algo que contribuye a una serie que pretende transmitirnos una sensación de falsa serenidad y de control descontrolado.
La música sigue marcando a fuego la firma de la serie y el rock inglés de The White Stripes continua dejando esos momentos a cámara lenta que quedan tan bien tras una gran frase o que acompañan tan bien a una paliza a base de puños y cuchillas. Las apariciones del judío Alfie Solomons (Tom Hardy) son demasiadas escasas en esta temporada, quedando como una pequeña participación de este gran actor y su interpretación camaleónica y por lo tanto desaprovechando un gran tirón, aunque deberemos de destacar otros personajes aparecidos, como la duquesa rusa que desconcierta a todo espectador y hasta incluso al mismísimo Thomas Shelby.
Como última pincelada de resumen decir que mantiene los sobresaltos, personajes y rock que tanto nos gusta y que la espera se ha hecho merecer. El canal que emite la ficción, la cadena británica BBC two, ya ha renovado por dos temporadas más, en las que tendrá que arreglar el lío formado al final de esta tercera temporada y que volverá a poner a prueba a cada uno de los personajes.