«La revolución silenciosa»; ética, discurso y elementos políticos como gran virtud de un hecho real de la Alemania soviética en la que la juventud alzó la voz

Nota:

Nueva mirada a la Alemania dividida por parte de Lars Kraume (El caso Fritz Bauer) en este tenso film político en el que un grupo de alumnos decidieron tomar conciencia propia en sus ideas políticas y éticas; enfrentándose al totalitarismo tras el sistema comunista de la Unión Soviética

Lars Kraume sigue inspirándose en hechos reales para tejer un retrato de la dividida Alemania de la Guerra Fría tras la reconocida El caso Fritz Bauer con esta adaptación del libro autobiográfico de Dietrich Garstka que cuenta la cauta rebelión de una clase de alumnos de la Alemania oriental en 1956 que destapó las políticas dictatoriales del sistema soviético comunista.

Desde una puesta en escena cuidada y preciosista, el filme sigue a dos jóvenes amigos idealistas de la Alemania occidental del 1956; sin que el muro de Berlín estuviera construido en el que el fluir de habitantes de una parte a otra era más o menos habitual y sin grandes peligros. Tras colarse en un cine de la RDA, ven en el noticiario los hechos de la Revolución húngara que se lleva a cabo contra el gobierno soviético. Por su idealismo, al día siguiente en clase junto a sus compañeros realizan un minuto de silencio en homenaje a los heridos y caídos en esa rebelión. Esta situación llevará a los alumnos a una angustiante situación que puede arriesgar sus estudios al verse interrogados por los funcionarios soviéticos tras saberse el acto realizado en clase.

Las ideas éticas y elementos políticos que plantea la admirable historia real hacen del filme muy estimulante en lo discursivo y ofrece un retrato verídico de como se vivía en el dictatorial comunismo soviético. Aportando un filme inspirador sobre nuestra libertad de ideales y de decisión frente a la realidad política que nos rodee.

Quizás su deriva más melodramática en su segunda parte – con películas como El club de los poetas muertos como referente – y una puesta en escena con más preciosismo que nervio no la alzan a ser de lo más destacable del cine europeo del año. Aún así, su valor discursivo, político y moral resulta muy atractivo incluso en nuestros tiempos en los que el ser crítico contra ciertos valores del sistema o la falsa corrección política nos castran ciertas opiniones.

Jose Asensio

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