Mad Men
Otro Old Fashioned, por favor
Cuando comenzó a emitirse Mad Men en el año 2007, yo estudiaba diseño publicitario, y esto junto a que el creador de la serie es Matthew Weiner, escritor de las últimas temporadas de Los Soprano (una de mis series fetiche), me animaron a verla.
Ese oscuro mundo de la publicidad, en la sociedad americana de los años 60, nos presenta a uno de los personajes más atrayentes de la televisión, un no menos oscuro Don Draper, interpretado por John Hamm, quien probablemente será recordado siempre por este papel. Este elegante, arrogante y algo cínico protagonista que al igual que el mundo en el que se mueve hace de la apariencia el vehículo perfecto para vender (y venderse). Todo ello entre whisky, ginebra y cigarrillos, muchos cigarrillos, en la agencia de publicidad donde da rienda suelta a su creatividad.
El ego bajo la mirada de un hombre triunfador que, como todo buen sueño americano, se ve envuelto en un papel dorado que cubre la realidad, esa que está tan viciada y sucia que tantas veces nos negamos a ver. Una serie llena de matices, detalles con los que se construye una historia que gira en torno a la figura del misterioso Don Draper y, sin embargo, todos serán, o querrán ser ese centro.
Como aquella sociedad machista de los ’60, es un mundo hecho para hombres, también en apariencia, donde la mujer florero y el retrato de la familia con perrito están a la orden del día. Pero tras un “gran” hombre siempre hay una gran mujer, o varias. El ego del (super)hombre les deja ciegos ante la aparente debilidad del sexo opuesto. Así la serie se convierte a su vez en una auténtica batalla de sexos en un mundo codicioso donde lo único que importa es ser el primero, donde el cordero más inofensivo se convierte en lobo, muy a su pesar, como Peggy Olson (Elisabeth Moss, vista en Inocencia interrumpida (1999)), uno de los personajes mejor construidos para televisión.
Una serie donde todos los personajes están cuidados al milímetro, con un reparto de actores desconocidos para la gran pantalla y que parecen haber nacido para aparecer en la serie. Desde la clásica mujer florero, Betty (January Jones, Los tres entierros de Melquíades Estrada (2005)). La astuta belleza que sabe y demuestra que puede entrar en un mundo de hombres, Joan Holloway (Christina Hendricks, Drive (2011)). El hombre que sólo ve dinero, mujeres y ginebra, Roger Sterling (John Slattery). La ambiciosa y algo trepa Megan (Jessica Paré). Y un larguísimo etcétera de personajes, donde hasta el más secundario tiene algo especial.
Una serie compleja, que no engaña ni decae en ninguna de sus siete temporadas. Mad Men no está hecha para engancharnos fácilmente y, sin embargo, tras su genial cabecera con la instrumental A Beautiful Mine de RJD2, es casi imposible no quedarse prendado, encender un cigarrillo y pedir un Old Fashioned.
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