«Mad Max: Fury Road» en dos imágenes

Por Pedro Saldaña

Max es un hombre atormentado por su pasado, como en las dos anteriores películas. Esto es algo que no entiendo bien, ya que en Mad Max 2: The Road Warrior y Mad Max 3: Más allá de la cúpula del trueno el personaje termina redimiéndose. Él, al principio de las películas, es un tipo huraño y egoísta, pero a medida que avanzan presta su ayuda a la incipiente sociedad que nace, como es el caso de los tipos de la gasolina en la segunda y a los niños de la tercera. Me recuerda a una de esas pelis de zombis en las que no saben lo que es un zombi. Max parece que no conoce su pasado y está condenado a repetirlo.

Bueno, pues estamos de enhorabuena, George Miller, director de la saga, nos trae más de lo mismo, pero con un sentido del espectáculo que lo invade todo en la película. Y para que el espectáculo funcione (que funciona) se sacrificará lo necesario.

Mad Max: Fury Road, ganadora del premio de la crítica, es una montaña rusa que cuando está en lo alto es adrenalínicamente orgásmica. Pero también tiene sus zonas de tranquilidad donde la acción (violencia, choques, etc.) no es tan importante, y donde entra en juego la historia. Ahí es donde Miller flaquea. En la película nos cuentan que el malo malísimo, llamado Inmortal Joe, esclaviza a su pueblo con el acceso al agua y nos lo muestra así:

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Ya lo veis, la gente lo pasa mal y no tienen agua ni para ducharse. Inmortal Joe además tiene bajo su poder a un harén de ninfas que se fugan capitaneadas por la GRAN Imperator Furiosa, llevándose consigo un camión con un montón de caballos de potencia. Imperator se las lleva porque ellas (reproductoras, mujeres fértiles y sanísimas) son el futuro de la humanidad. Cuando Joe se da cuenta del hecho,  sale en su busca. Tras una tormenta de arena y por avatares del destino, Max se acerca al camión de Imperator y sus muchachas. Y Miller nos lo muestra así.

Calendario Pirelli

El plano Calendario Pirelli que nos regala Miller choca frontalmente con el anterior que he mostrado. ¿Por qué? Porque en guión un personaje debe obedecer al universo al que pertenece. Es incomprensible que estas muchachas, sabiendo la carestía de agua que existe y en medio de un desierto, se pongan a derrochar agua para lavarse las manos o hacer transparentes sus ropas como si estuviesen en una fiesta en la mansión Playboy. No tiene sentido porque ellas conocen el valor que tiene una gota de agua y Miller se ha encargado de enseñárnoslo (recordad el plano de los pordioseros). A ellas, por lo visto, se la suda que el sitio al que van no tenga agua. No piensan en el futuro y si ellas son ese futuro pues…

Además, el hecho de que se comporten como pijas caprichosas no ayuda a la mejor comprensión del supuesto y absurdo mensaje ecologista de la película: una señora, que se pasea con un bolso en el que llevaba el Bimbo doce cereales y que cuando se acabó el Bimbo quedaron los cereales. Ya sabéis, las semillas, la vegetación, el futuro.

En fin, ya basta de mamporrearla. Dejemos algo para su secuela. Se abren las apuestas: ¿Será de nuevo Max un solitario, egoísta y gruñón héroe atormentado? ¿Habrá más planos como el del calendario Pirelli? Seguro que sí, y a ver si estamos aquí para comentarlo.

Redaccion CM

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