The Cut (El padre)
Título original: The Cut
Año: 2014
Duración: 138 min.
País: Alemania
Director: Faith Akin
Guión: Fatih Akin, Mardik Martin
Música: Rainer Klausmann
Fotografía: Alexander Hacke
Reparto: Tahar Rahim, George Georgiou, Makram Khoury, Akin Gazi, Lara Heller, Numan Acar, Alejandro Rae, Dustin MacDougall, Shubham Saraf, Joel Jackshaw
Productora: Coproducción Alemania-Francia-Polonia-Turquía-Canadá-Italia
Género: Aventuras. Drama | Años 1910-1919. Cine épico
Sinopsis
La historia tiene lugar en la aldea turca de Mardin en 1915: en una noche en la que la policía turca está atrapando a todo hombre armenio, el joven herrero Nazaret es separado de su familia. Años después, tras sobrevivir al horror del genocidio, recibe noticias de que sus hijas gemelas también están vivas. Obsesionado con la idea de encontrarlas, sigue el camino que, ojalá, desemboque en un reencuentro. (FILMAFFINITY)
Cine épico a la europea
Pocos meses después del inicio de la Primera Guerra Mundial se perpetraba en el antiguo Imperio Otomano el primer genocidio de la historia moderna. Un hecho no reconocido como tal por la actual Turquía pero en el que fueron masacrados más de un millón y medio de civiles armenios.
Sobre este acontecimiento histórico se centra el relato de un herrero que es separado de su familia y, tras conseguir sobrevivir a la guerra, inicia un viaje por medio mundo para reencontrarse con sus hijas.
Una película que comienza de modo impactante, a buen ritmo, y mostrando parte del problema armenio y el odio turco, movido principalmente por una de las grandes trabas de la Humanidad, venga de donde venga: la religión, que lejos de ser una creencia libre e individual acaba por convertirse en un arma con la que someter al pueblo, y al “enemigo”. A partir de ahí, la cinta se diluye: The Cut pretende abarcar demasiado hasta que se pierde en una simple historia de búsqueda y sufrimiento sin ahondar en las motivaciones de personajes secundarios que podrían haber dado mucho más de sí.
El cine de Fatih Akin, que nos ha deleitado con intensos dramas sociales libres de clichés, como Contra la pared (2004) o Al otro lado (2007), se transforma aquí en cine épico europeo que, quizás por querer acercarse al americano, cae en el error del victimismo y la miseria en lugar de intentar contar el trasfondo de una historia. De ese modo, la película se nutre de largos y excesivos planos de sufrimiento que aportan más bien poco a un relato que de por sí es trágico.
Una tragedia que, por otra parte, queda en numerosas ocasiones enmarcada en una fotografía casi perfecta, y, si se puede decir, preciosa. Escenas terribles que sin embargo se nos hacen armoniosas y, en cierto sentido, bellas gracias al enorme trabajo en la composición de imágenes de Rainer Klausmann, habitual en las películas del director alemán. Este aspecto, junto con la música de Alexander Hacke que las acompañan son los dos aspectos más sobresalientes (de verdad sobresalientes) de la cinta.
Sin embargo, el desarrollo de la película se hace cada vez más denso, debido en gran parte a la construcción de un personaje protagonista que apenas sufre evolución a lo largo de su viaje. Un recorrido lleno de lugares comunes y situaciones límite avocadas a un más que predecible desenlace.
Valoración (sobre 10): 5