«Kodachrome»; road movie algo previsible que nos gana por su elenco interpretativo y su honestidad en el tratamiento de los personajes y tramas
Un treintañero dedicado a encontrar talentos para una discográfica (Jason Sudeikis) se encuentra de repente en un mal momento profesional y con la llamada de que su padre (Ed Harris) está enfermo de cáncer y ha decidido en las últimas semanas de vida realizar un viaje a Kansas
Un paso por festivales como Sundance desde el pasado año y lanzada directamente en Netflix, Kodachrome ofrece una road movie de claras marcas del drama indie reciente que brilla gracias a un elenco interpretativo que brilla ante una dirección que enfatiza sus actuaciones y ofrece un honesto drama padre e hijo aunque resulte previsible en su desarrollo.
Un treintañero dedicado a encontrar talentos para una discográfica (Jason Sudeikis) se encuentra de repente en un mal momento profesional y con la llamada de que su padre (Ed Harris) está enfermo de cáncer y ha decidido en las últimas semanas de vida realizar un viaje a Kansas para poder revelar sus fotografía en el último lugar en el que el formato Kodachrome sigue vivo antes del inminente cierre; con el requisito de que su hijo le acompañe junto a la joven enfermera que se hace cargo de la salud del padre. El viaje servirá para limar el evidente sentimiento de abandono y odio que el hijo vive ante un padre ausente en gran parte de su vida.
El filme se conjuga en una construcción de road movie indie poco original e incluso algo previsible en su desarrollo y las tramas que se construyen, sabiendo con inteligencia el director Mark Raso sacar brillo y a relucir el estupendo reparto que protagoniza el filme; destacando la honestidad con la que trata el drama paternofilial, sustentándola en dos magníficos Jason Sudeikis y Ed Harris; añadiéndose a ellos la bella y encantadora Elizabeth Olsen para cerrar el triángulo que lleva la road movie al completo.
Aunque poco sorprendente en su desarrollo el filme resulta una alegría por su cercanía emocional y por como Raso evita ínfulas estética en favor de abrazar a sus personajes y el drama padre e hijo que centra el filme desde unos naturales diálogos y creíbles situaciones, sin llegar al subrayado tremendista y melodramático aunque el agradable viaje sepamos hacia dónde va.