«Le secret de la chambre noire (Daguerrotype)»; el cuento de fantasmas francés de Kiyoshi Kurosawa
Kurosawa se aleja en Le secret de la chambre noire de Japón para traernos un relato romanticista sobre la inmortalidad bebiendo del terror más gótico
Maestro del J-Horror en los años noventa, Kiyoshi Kurosawa sale por primera vez en Le secret de la chambre noire de su Japón natal para tejer una cinta de aires y atmósfera clásica y obsesiones contemporáneas, que permite prolongar su experimentación e interés hacia la figura de lo fantasmal desde la descripción de sus tres complejos personajes protagonistas.
Presente en el pasado Festival de Sitges 2016 – aunque fue Creepy la que participó en plena Sección Oficial – y al fin lanzada en nuestro país gracias a la plataforma Filmin, Kurosawa ofrece una cinta de aires clásicos y heredera de muchos de los elementos del terror gótico; casa antigua que rezuma secretos y fantasmas, obsesiones románticas añadiéndose a eso un choque entre su contextualización actual y elementos de esa antigüedad, que se ahondan gracias a la presencia del Daguerrotipo, elemento de la primitiva fotografía que ahonda en la obsesión del fotógrafo por la captura (la inmortalidad), y con ello con lo fantasmagórico.
Obsesiones y delirios
Kurosawa teje en esa mansión y en la París contemporánea, un relato de tres personajes que van cayendo en sus obsesiones y delirios; la culpa, la codicia o la búsqueda de la libertad o de una vida fuera de aquí. Interpretados por actores de primera fila del cine galo como Tahar Rahim, un excelente Olivier Gourmet y una fascinante Constance Rousseau – además de un breve Mathieu Amalric -; Kurosawa construye un relato de aires clásicos que nos devuelve la maestría escénica del cineasta japonés en su construcción nada efectista del terror; devolviéndonos su inquietante y elegante dirección basada en las panorámicas y el fuera de campo.
Kurosawa construye en Le secret de la chambre noire una obra sutil, llena de misterio y espíritu romántico en la que lo evidente se escapa y no todo tendrá respuestas. Kurosawa vuelve a tejer una profunda reflexión de lo fantasmal, como obsesión de sus personajes culpables y egoístas, firmando en su experiencia europea la cinta más redonda de su filmografía en la última década; devolviéndonos todas las virtudes que alzaron a Kurosawa dentro del género y del cine nipón.