«Hereditary»; Ari Aster debuta con esta paranoica y perturbadora reflexión sobre la familia que se coloca directamente en la primera división del cine de terror

Nota:
Por filmes como Hereditary, el cine de terror reciente sigue confirmando una nueva edad dorada; encontrando en nuevos y jóvenes directores una revitalización y profundidad que el género necesitaba

Todo fan del género ha oído hablar de Hereditary desde su pase en Sundance y las excelentes críticas que ha dejado a su paso en USA, la semana se estrenó finalmente en España cumpliendo de una forma magistral con las altas expectativas, alzándose desde su visionado como uno de los mejores (sino el mejor) ejercicio de terror del cine contemporáneo, bebiendo de muchas de las tradiciones del género y de los grandes clásicos, sin buscar un diálogo o simple reflejo; sino encontrando un magnífico lugar propio en lo formal y emocional.

Por filmes como Hereditary, el cine de terror reciente sigue confirmando una nueva edad dorada; encontrando en nuevos y jóvenes directores una revitalización y profundidad que el género necesitaba, frente a productos comerciales que no parecían tomarse muy en serio. Más allá del universo lúdico, brillante y taquillero que ha construido James Wan (Expediente Warren, Insidious); dentro de un circuito más independiente hemos encontrado los mejores ejercicios de terror de los últimos años; formando parte filmes inolvidables como It follows de David Robert Mitchell, Babadook de Jennifer KentLa bruja de Robert Eggers (con la que Hereditary comparte una paciente atmósfera cocida a fuego lento).

El filme empieza con un maravilloso travelling que nos acerca a una casa en miniatura que reproduce la casa de los Graham; en cuanto entramos a una de las habitaciones de esa casa de juguetes, el filme empieza y un personaje entra allí a despertar de la cama a otro. Un gesto que empieza a crearnos ya dudas e inquietud en el espectador – ¿estaremos viendo una historia que parece estar controlada por fuerzas más allá de las reales) – y que no decae al construir con una cocción lenta a partir de una perturbadora y paciente atmósfera esta magistral mezcla de psicodrama, terror demoníaco y casas encantadas y drama familiar sobre el duelo y la culpa.

Acompañando al pulso de Aster como director encontramos los grandes trabajos del director de fotografía Pawel Pogorzelski (creando imágenes que se clavan en nuestra retina) y la música de Colin Stetson; construyendo su inquietante historia con paciencia (quizás demasiada para el amante del terror más efectista) y conformando sobre todo en toda su primera parte un meticuloso dibujo de la familia, de cada uno de sus integrantes y los lazos, heridas y desacuerdos que entre ellos florecen; todo con la inexistente aunque pesada presencia de la matriarca fallecida.

Ari Aster ofrece ya desde su ópera prima un pulso, seguridad y originalidad pocas veces visto en el cine reciente, exponiendo un filme pesadillesco y perturbador no tanto por los sustos sino por las imágenes de horror que remiten de forma profunda y sutil a emociones más oscuras, macabras e incluso reales; que ahondan como pocos filmes en la historia en la visión más perturbadora de la familia, sus integrantes y lo heredado y adquirido; tornándose en paranoica y sufriente pesadilla.

Aster bebe de obras maestras de forma sutil, encontrando una magnífica personalidad propia aunque su malsana atmósfera remita al Polanski de La semilla del diablo (con la que encuentra ciertas similitudes temáticas) y a El exorcista de Friedkin (con la que odiosamente se la ha comparado); tejiendo un perturbador y profundo dibujo psicológico y dramático sobre sus protagonistas; rodeándose de un reparto excelente, liderado por una majestuosa y visceral Toni Collete como desquiciada y paranoica madre que bien vale un Oscar. Junto a ella, Gabriel Byrne como su esposo y sus dos hijos; unos sorprendentes trabajos de Alex Wolff y de la joven Milly Shapiro, que deja ya uno de los rostros y miradas más inquietantes del cine de terror. Contar también la clave presencia de Ann Dowd, con relevancia e inquietante peso en el desarrollo de la trama.

Hereditary cumple con creces con las expectativas, sabiendo encontrar un tono propio; una atmósfera paciente y pesadillesca que se te clava de forma imborrable en la retina no por lo que vemos si no por su sutil insinuación y por la profunda oscuridad y demencia que se esconde en la psicología de sus personajes y de la familia protagonista; alzándose desde ya a partir de su cuidada construcción como uno de los filmes del año y una obra maestra del terror que recordaremos por siempre; jugando sin ninguna duda en la primera fila del horror cinematográfico.

 

Jose Asensio

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