Valencia acoge el estreno en España de «Erosión», un documental sobre los efectos sociales y ambientales de la corrupción política y la presión de los lobbies en Playa del Carmen

El periodista mexicano Carlos Underwood presenta Erosión en la Fábrica del Hielo del barrio valenciano de El Cabañal. Este documental aborda los conflictos sociales y ambientales que sufre Quintana Roo, un Estado mexicano que desde hace años arrastra problemas derivados del turismo masivo que atraen a Playa del Carmen a miles de turistas, dejando un beneficio económico que no se plasma en la mejora de las condiciones de vida de sus habitantes. Además, en esta región un proyecto de minería pone en peligro la biodiversidad y los yacimientos arqueológicos de la zona.

Erosión es un documental que aborda las problemáticas sociales y el desgaste de los recursos naturales «debido a un turismo masificado, sin control, y también al poco rigor de las autoridades para aplicar las leyes ambientales». Así lo define uno de sus productores, Carlos Underwood, que junto a Sergio Santiago quiso «retratar el paulatino desgaste de esos recursos y de esas playas debido a la contaminación del manto freático del mismo mar y la falta de infraestructuras para tratar las aguas de la ciudad y los hoteles que van al mar».

Junto a esa problemática, en el interior del Estado de Quintana Roo la minería es la otra gran polémica ambiental de la zona. «Hay una empresa estadounidense que se llama Vulcan Materials Company que en Playa del Carmen tiene una filial llamada Calisas Industriales del Carmen, que extrae material pétreo en mitad de la selva haciendo detonaciones para enviarlo a Estados Unidos y construir infraestructuras y carreteras sin pagar mínimos impuestos. Básicamente retratamos eso», explica Underwood.

Playa del Carmen es una ciudad «relativamente pequeña» de 200.000 habitantes en un Estado que no rebasa el millón y medio. «Todo se concentra en la zona norte, que es Cancún», apunta el periodista mexicano señalando que «lo más conocido es Riviera Maya y Playa del Carmen». Por eso, con este documental, quisieron informar a la gente que «sólo va de paso» de estos problemas: «Como sólo va a hacer dinero no se involucra y no hay conciencia social de lo que esta pasando».
Según explica uno de los creadores de la cinta, por Cancún y Rivera Maya llegan «el 40 % de las divisas extranjeras por el turismo». Un dinero «brutal» para México que «no se aplica para hacer programas de conservación o para dotar de infraestructuras o simplemente para que se reparta esa riqueza en la sociedad, lo que crea hacinamiento, muchos problemas sociales y ambientales mientras se permitan actividades humanas como la minería que no son compatibles con el turismo», denuncia el periodista que considera «ilógico y risible» que las autoridades «lo sigan permitiendo».

El autor del documental explica que esa riqueza no se reparte entre la población «por la corrupción de los gobiernos». El PRI ha gobernado en Quintana Roo, México, durante «muchísimo tiempo». Ha habido «mucha corrupción y mucha impunidad y no les importa no conservar lo que tienen», critica. Por eso, Underwood y Santiago quisieron mostrar que «hay organizaciones que están haciendo mucho y son las voces que sacamos en el documental para que se escuchen y se sepa lo que esta pasando». No obstante, asegura que «intentamos contar hechos, No atacamos a nadie».

Una de las conclusiones del documental, según explica su director, es que «se tienen que aplicar las leyes que existen en México, porque hay un marco legal bastante amplio y bueno pero no se aplica porque gana más el poder económico que tienen los hosteleros», selando que, curiosamente, «la mayoría de las cadenas son españolas». Según explica Underwood, «ganan mucha fuerza con el gobierno porque se manejan millones de dólares. Construyen hoteles como cadena Riu o Melía que les importa muy poco destruir manglar, construir sobre las dunas, que está prohibido en México, pero pagan multas ridículas y lo sigue permitiendo el gobierno». Sin embargo, no es sólo cosa de lobbies y políticos corruptos: «También es un problema de la sociedad porque no dice nada».
Para realizar el documental, se aliaron con científicos como Raúl Parrilla para seleccionar los temas del documental. Underwood explica que el personaje fundamental, «o lo icónico que queremos mostrar como imagen del documental», es el jaguar, que es una especie en peligro de extinción que «no sólo está protegida por leyes mexicanas sino por leyes internacionales» y en México «se sigue cazando y se sigue matando de manera indiscriminada», denuncia, añadiendo que «la minería está rompiendo su corredor biológico natural junto con muchas más especies protegidas y amenazadas».

Una producción y exhibición «independiente»

Con poco más que su último proyecto en la maleta y parte de su equipo, Carlos Underwood llega a España con la quijotesca misión de enseñar su último trabajo por aquí. La primera parada es Valencia. En esta ciudad se ha aliado con dos espacios alternativos para realizar la primera exhibición de este film en todo el país. El día 13 será en la Fábrica del Hielo y el 14 en Ubik Café. «Queremos exhibirlo donde podamos», comenta el documentalista.

Cuando la mayoría de los medios de comunicación de masas predican de sí mismos que son independientes, a pesar de que sufran fuertes dependencias de grandes anunciantes o subvenciones públicas, la producción de cine «independiente» se caracteriza por una manera de trabajar que, necesariamente, debe ser coherente en su fondo y en forma para poder ganarse esa etiqueta.
No hay un manual para hacer cine-documental independiente. Es algo que define y desarrolla cada proyecto por sí mismo. Cada uno traza su propio camino en busca de la independencia y la libertad. En el caso de Carlos Underwood, ser independiente significa que no tienen «ningún distribuidor», que nadie les ha  «comprado los derechos» y que tienen «la libertad de mostrar lo que queramos sin tener la censura de algún organismo», una posibilidad que, asegura, se habría visto condicionada «si hubiera tenido alguna institución que respaldara» el proyecto. Para financiarlo, Underwood se ha valido de sus propios trabajos: «Yo soy periodista de oficio y con la misma productora hago trabajos más comerciales y con eso solventábamos para pagar el documental, la producción y el rodaje».
El presupuesto del film, asegura, fue de 25.000 euros. «Son todos recursos propios, por una productora que tengo que se llama Saudade Producciones con un socio que se llama Sergio Santiago. Hicimos ambos la producción. Tardamos aproximadamente año y medio debido a que ya teníamos trabajos de investigación atrás y la colaboración de varios periodistas, que nos ayudó a tener imágenes inéditas y una cronología de todos los hechos y las mismas imágenes de los investigadores».
A pesar del romanticismo que tiene producir documentales como cualquier estudiante de periodismo soñaría, llevarlo a la realidad es muy complicado. Son esos molinos de viento con los que te estampas cuando creías cabalgar contra malvados gigantes. «Lo difícil es que no tienes recursos materiales para extenderte o pulir más un trabajo» explica Underwood, aunque añade que «eso no importa al final», cuando se ha logrado terminar el proyecto y empiezas a lograr el objetivo de mostrar al mundo ese trabajo que tanto esfuerzo ha costado producir.
«Ahora estamos mostrando el documental para que la gente se dé cuenta de lo que esta pasando en uno de los polos turísticos más importantes de América Latina», comenta el documentalista.  «Hemos estado en selección de festivales anteriores y ahora vamos al Festiverd. Ahora están en España para «poder moverlo». Tras las dos presentaciones de Valencia, Underwood tiene «algunos acuerdos» para exhibirlo en Barcelona. «La idea es exhibirlo en todos lados», explica.

David SanRoA

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