«Las chicas del cable», una novela más de amoríos y amenazas sin gran atractivo

Nota:
Aunque en cierto momento apuntaba maneras, Las chicas del cable se pierde en banalidades amorosas e incluso olvida a la mujer como protagonista.

Bambú Producciones ha sido siempre sinónimo de series de una gran audiencia. Bien cabe nombrar Velvet, Gran Hotel Gran Reserva. Pues bien, en esta ocasión no encontramos algo distinto. Cuando terminamos el visionado de Las chicas del cable no podemos evitar encontrar una mezcla entre varias de estas producciones. Con grandes rasgos de estas, como por ejemplo, si Gran Hotel arrancaba con el primer encendido de la luz eléctrica en un gran hotel, valga la redundancia, Las Chicas del Cable empieza con la primera llamada española transoceánica. Muchos son los matices, rasgos, detalles que beben de sus predecesoras y, por ello, no nos llega a encandilar.

Nos encontramos en el año 1928, donde unas chicas aterrizan en la compañía telefónica, con sus inquietudes y sus distintos puntos de vista. Lidia, Marga, Ángeles y Carlota tendrán que sufrir numerosos desenlaces con el fin de encontrar la preciada libertad ante el hombre. Se verán envueltas en un sinfín de romances, desengaños, pretextos y amenazas para ver su sueño hecho realidad.

Filosofía feminista obsesiva

Si bien es cierto que la serie busca ante todo el protagonismo de la figura de la mujer. Sin embargo, no lo hace de una forma correcta. Un cliché bastante gastado sobre la opresión y la búsqueda de la independencia de la mujer hace de esta serie tosca. Esto lo han solventado con tensión sexual entre dos hombres, lucha de una adolescente que no hace caso a papá, lucha por un amor misterioso y lucha (esto sí es defendible) contra la opresión del hombre que usa la violencia.

 Esta excesiva obsesión por el amor y por la compaginación con el hombre pierde el objetivo de la mujer protagonista. Cabe pensar que únicamente se busca el dinero, la ganancia de espectadores. No se centra en lo más importante, la denuncia social y la pugna por la autonomía femenina. En su lugar ofrece un sinfín de desencuentros pasajeros que hace recordar a esas novelas suramericanas que con tanto odio han ocupado mi mente.

Aparte de esto, hay algo que también me ha hecho removerme en mi sillón. ¿Qué narices pinta una banda sonora típica de MTV en una serie que ambienta a la primera parte del siglo XX? ¿Qué les ha hecho creer a los creadores de esta serie que esa fórmula funcionaría? No señores, esta no ha sido una idea correcta.

Reparto atractivo desaprovechado

Todos sabemos a día de hoy que Blanca Suárez y Yon González son unos de los actores con mayor reclamo en las producciones españolas. Sin embargo, su nivel de interpretación no llega al de captación. Blanca Suárez parece una estatua de mármol ante un espejo, donde la única apariencia de sentimentalismo son lágrimas de cocodrilo. Muy sosa, apática y con un personaje que podría haber llegado algo, pero que se desperdicia por su actuación. Yon González me convenció en un principio, pero poco a poco se le ha visto perder fuelle. Enfados desmesurados, ojos que se le salen de las órbitas y sonrisas de todo menos irónicas lo caracterizan.

En cuanto al resto, la que me parece más destacable es Ana Fernández García, que sufrió la transformación inversa a Yon González. Me pareció insoportable y forzada al principio, pero el paso de los capítulos le llevó a buen puerto con una más que trabaja interpretación. En el caso opuesto tenemos a Martiño Rivas, que puede ser la persona más insoportable que haya visto en un escenario. Y no viene de ahora, su pasado lo abala. Destacar la actuación de Concha Velasco. No para bien, pero bueno, ahí está.

En general una serie que puede llegar a entretenerte si no tienes dos dedos frente y te conformas con muy poco. Para los que ya llevamos muchas horas de vida gastadas, esto roza el insulto. Es entretenido ver esas escenas sexuales, esos desencuentros amorosos y escuchar esos refranes tan sumamente realistas, pero no excusan los capítulos de 50 minutos con tal barbaridad. ¿Y el final? Sin duda nos espera una segunda temporada. Disfrútenla.

Jorge Martínez

Jorge Martínez ha escrito 185 artículos en Ciempiés.

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