«The Square»; Östlund satiriza la condición humana y expone las vergüenzas del estado del bienestar

Nota:
Ruben Östiund nos trae The Square, la polémica última ganadora de la Palma de Oro de Cannes

El sueco Ruben Östlund salió galardonado del pasado Festival de Cannes entre la división del público y la crítica con la Palma de Oro; el mayor reconocimiento en, por otro lado, una de las ediciones más flojas de los últimos años. El cineasta sueco ofrece un ejercicio provocador, mordaz e inclasificable sobre la condición humana, el arte contemporáneo y el orden social que no deja títere con cabeza sacando los colores a la sociedad contemporánea y al llamado estado del bienestar.

La película se apoya en los hombros de su protagonista, Christian; un mánager de un prestigioso museo de arte contemporáneo en la ciudad de Estocolmo. Allí, él comienza a promocionar y a presentar una próxima exposición que el museo albergara; llamada The Sqaure, un iluminado cuadrado que busca permitir reflexionar a los espectadores sobre la sociedad y a sacar el lado más altruista y generoso de los seres humanos. Aunque este vendría a ser la premisa, Östlund se sale de cualquier norma para tejer a partir del día a día del museo, de la vida y situaciones de Christian y momentos de gran banalidad una profunda crítica a los constructos de la sociedad, a las normas y etiquetas del mundo burgués y a la estupidez humana, encarnada en los contradictorios comportamientos de su protagonista.

The Square

Christian – por cierto, encarnado por un inmenso Claes Bang – encarna un modelo total del hombre exitoso; gran posición social y laboral, encantador, atractivo y con intenciones de progreso social en gestos como llevar un lujoso coche eléctrico o ayudar a organizaciones benéficas. Pero Östlund destapa a partir de él la hipocresía del mundo, sacando en su intimidad y en su forma de confrontar los problemas y conflictos un carácter inmaduro. Una mirada individual a la dicotomía entre el comportamiento civilizado y social y los elementos impulsivos animales como la violencia o la supervivencia que estudió más que en profundidad en la también satírica y mordaz Fuerza mayor; la cinta que nos puso al cineasta en el mapa.

A partir de largas secuencias, de estudiada y fría composición y puesta en escena; Östlund va tejiendo una mordaz crítica sobre los constructos burgueses de la sociedad contemporánea, sobre la inexistencia de las responsabilidades ciudadanas y sociales del tan laureado “estado del bienestar” – situada además en Estocolmo, envidiable cuna actual de este orden social -; criticando la hipocresía de las altas clases y de las ricas instituciones culturales, la desigualdad exponiendo vagabundos y barrios residenciales que Christian encuentra, la inmigración o el efectismo deshumanizado de la viralización de internet; en busca de una provocación y conciencia humana que se convierta en éxito monetario (ejemplificado en el spot promocional de la exposición que llevará de cabeza a Christian en las posteriores consecuencias).

Provocador humor

Östlund propone un juego humorístico, irónico que va del gag provocador a una extraña ambigüedad, gracias a un magnífico uso del tiempo cinematográfico, incomodando al espectador gracias a la repetición cómica y sonora (magnífico uso del sonido); brindando set pieces memorables, mordaces y que deben ser construidas subjetivamente por el espectador en su significación (al igual por toro lado que el arte posmoderno expuesto en el museo); llegando a su cenit en la secuencia de la cena en su tercer acto, cuando un perfomer interpretando al hombre simiesco de la prehistoria perturba esa hipocresía social; llevando hasta la gélida impotencia a los asistentes y atacando o burlando (destapando) la corrección política. Una de las secuencias cinematográficas más incómodas, inquietantes y provocadoras del séptimo arte reciente.

The Square

Östlund ofrece un ejercicio de evidente ensimismamiento posmoderno (fácilmente criticable), que aúna la ironía de su compatriota Roy Anderson (aunque sin el aire burlón de éste), la clínica frialdad de Haneke y el ataque a los convencionalismos sociales de Buñuel desde una mirada personal y original que le confirma ya en la primera fila de directores europeos. El sueco ofrece un ejercicio mordaz y provocador que destapa y permite reflexionar sobre la hipocresía del ser humano, nuestra propia condición; y ejerciendo un satírico y controvertido ataque a la sociedad actual y sus valores sustanciales como a los derechos sociales y la corrección política. Una cinta de indudable valor y provocación, que deja al espectador escudriñar en sus convenciones y en la hipocresía del mundo (y arte) contemporáneo.

Jose Asensio

Jose Asensio ha escrito 532 artículos en Ciempiés.

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