«Jupiter’s Moon»; fallida parábola sobre la inmigración y Europa a causa de un exceso de ambición y de su mensaje religioso

Nota:
Aryan (Zsombor Jéger) es un joven inmigrante ilegal sirio que llega a Hungría desde la frontera, tras escapar de las fuerzas de la frontera y recibir varios tiros de bala en su cuerpo; descubre que tiene el don de levitar y volar

Tras ser abucheada en el Festival de Cannes y encontrar su lugar en el templo del fantástico, el Festival de Sitges – alzándose con el premio a la Mejor Película en la tan especial quincuagésima edición -. El húngaro Kornél Mundruczó vuelve a tejer una parábola desde el género fantástico que habla de la rabiosa actualidad de la sociedad europea, tejiendo un relato sobre la inmigración y los refugiados de espectacularidad y pulso en su plano visual pero más fallida en su ambicioso mensaje al tratar demasiados temas.

Aryan (Zsombor Jéger) es un joven inmigrante ilegal sirio que llega a Hungría desde la frontera, tras escapar de las fuerzas de la frontera y recibir varios tiros de bala en su cuerpo; descubre que tiene el don de levitar y volar; en la frontera, conocerá al cínico doctor Stern (Merab Ninidze) que le ayudará a escapar y de paso se aprovechará de los dones del joven inmigrante en una Europa actual hastiada por los populismos, el racismo y el miedo del terrorismo.

Tras un apabullante inicio y una presentación y retrato eficaz que al igual que su canina rebelión en White God expone el don de Mundruczó para la fábula y la parábola desde la actualidad occidental y de su país natal; el cineasta teje una metáfora y fábula sobre la Europa de nuestros días, fallida en su visión comunitaria y en cómo se han resaltados las vergüenzas en la actual crisis de refugiados.

Una premisa eficaz y de sencilla estructura se ve perdida a causa de un abuso de ambición del propio Mundruczó y el guión co-escrito junto a Kata Wéber al dirigirse hacia un relato fantástico que busca tocar muchos temas de forma ambigua y fallida, sobretodo cuando a partir de su soporífera mitad el discurso pseudoreligioso y los mensajes mesiánicos se subrayan y cogen protagonismo, evidenciando las metáforas en exceso y en unas formas técnicamente apabullantes y talentosas pero que exponen la simpleza y pretensiones del conjunto.

Mundruczó confirma su talento para desde premisas y formas inclasificables de construir parábolas de gran calado y un don como director para tejer una espectacularidad y pulso que nos mantienen atentos, pero el cineasta cae víctima de una ambición y subrayados a veces vergonzantes (el ataque terrorista o ciertos momentos místicos del héroe protagonista) al perder su premisa y fuerte parábola al tejer muchos mensajes en su conjunto y abordar desde una ambigua perspectiva ideológica y religiosa los inusuales dones de Aryan, quedándose en un exceso de mensajes sin dirección y ambición formal que diluyen el pulso y evidente talento de Mundruczó como director, que desde la misma ambición pero sin mayores vueltas en su premisa nos conquistó en la notable White God (2014).

 

Jose Asensio

Jose Asensio ha escrito 538 artículos en Ciempiés.

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