¿Reflexionamos lo suficiente sobre Pablo Escobar?
Tengo más o menos quinientas palabras para, sino cambiar tu punto de vista, al menos hacer que entiendas las razones por las que escribo y me preocupo cuando oigo a miles de personas adorar la nueva ficción de Netflix, Narcos. Esta serie de televisión cuenta la historia de Pablo Escobar (una vez más), el mayor narcotraficante que ha visto el mundo en la historia del tráfico de drogas y estupefacientes, esta vez protagonizada por el fantástico Wagner Moura. Me parece bien recordar y saber acerca de los hechos ocurridos a finales del siglo XX sobre la guerra ocurrida en Colombia pero, ¿era necesario humanizar, aunque sea un poquito, a uno de los mayores genocidas del narcotráfico?
De hecho, recientemente el mismo hijo del protagonista de la ficción, Juan Pablo Escobar (actualmente Sebastián Marroquín) nos alerta del peligro de la ficción que distorsiona totalmente la realidad y que hace creer a muchos que Pablo Escobar fue un antisistema con razones nobles.
Según el punto de vista de Marroquín, el verdadero Escobar era mucho menos humano de lo que dibuja la ficción tan alabada por los medios y fans de internet. “Mi padre era mucho más cruel de lo que se refleja en la serie. Sometió a un país con el terror. Hay miles de víctimas y un país detrás que merecen respeto. Están inculcando una cultura en la que parece que ser narcotraficante es cool. Él siempre me contó que era un bandido, un narco. Veíamos la televisión y no le temblaba la voz al decirme: esa bomba la puse yo”.
Recalquemos después de trescientas palabras, las fechas inexactas de los atentados y la cronología de los asesinatos no es lo que quiero resaltar con este artículo. Ni si quiera el hecho de que la propia madre de Pablo Escobar le traicionase y que en cambio aparezca algo totalmente distinto en pantalla. Lo que quiero destacar y de lo que quiero alertar es de que muchísimas personas, aunque sea por un momento, no se dan cuenta del daño que hizo realmente ese personaje en la sociedad colombiana real no hace más de treinta años.
Hoy en día el nombre de Pablo Escobar va ligado a un producto (Narcos) que instintivamente produce un estímulo positivo en la persona. Una camiseta con la cara de Wagner Moura caracterizado como Escobar que vende y ensalza en cierta manera su figura, un tweet con un gif muy cool acompañado de una amenaza icónica ya en la historia de la televisión, “plata o plomo”. Todo esto parecen cosas inofensivas, pero se debería de analizar más fríamente.
Que sí, que muchísimos protagonistas de grandes series (o ficciones en general) fueron unos cabronazos sin sentimientos. Ahí tenemos a Walter White, Tony Soprano o Dexter Morgan, pero ellos siempre fueron personajes construidos y alejados totalmente de la realidad. Que sí, otra vez, que esta serie en parte es una ficción pero, ¿por qué coño entonces tenemos que darle el nombre de Pablo Escobar a un producto que no tiene tanto que ver con la realidad?
Para finalizar lanzar un dato que, aunque parezca ínfimo, debería de preocuparnos un poquito más a escala real. Según el estudio realizado por la FAD, Obra social Caja Madrid y el Instituto de Adicciones del ayuntamiento de Madrid titulado bajo el nombre «Consumo televisivo, series e internet» el 12,8% de la población adolescente reconoce la influencia de las series de televisión en su comportamiento. Junto a esto recordemos también que es una ficción que está triunfando ya no a nivel nacional, sino internacional, y que ese 12 casi 13% se podría extrapolar perfectamente ya no a la Comunidad de Madrid, sino al del mundo entero.
Con esto no quiero censurar ni tachar la ficción de Netflix. De hecho es un fantástico entretenimiento y su producción es fantástica, pero recordad y reflexionad más sobre lo que veis en televisión. A la hora de tuitear lo que mola Pablo Escobar echad la vista atrás y rememorar la cantidad de muertes que llevan su nombre escritas con sangre.
