«Doctor Strange»; entretenimiento más que aceptable pese a sus libertades

Nota:

Hace ya más de una década entraron en nuestras pantallas, al principio sutilmente, unos cuantos enmascarados que nos prometían salvar la tierra mientras nos entretenían muy gratamente a los espectadores. Ahora ya podemos decir que es el género actual por excelencia, el superheróico. No es nada malo, tuvimos la época de los monstruos clásicos, del cine negro, los westerns, las artes marciales, las comedias románticas, pues ahora hay un nuevo ciclo del blockbuster -porque ya podemos usar este término con los llena-salas actuales-. En este mundo hay un claro vencedor en cuanto a producción y es el tándem de Marvel-Disney. El primero aporta sus carismáticos personajes fácilmente reconocibles por el público no lector de cómics -más reconocibles que el abanico de DC, por más que me pese-, mientras que el segundo ofrece su poderío tecnológico, económico y, sobre todo, su perfectamente estudiado uso del marketing.

Ahora este tándem nos presenta su última propuesta, siendo quizá la más arriesgada hasta la fecha. Incluso más que el muy desconocido para la audiencia grupo intergaláctico de Guardianes de la Galaxia, el cual sorprendió mucho en su estreno. El caso es que este equipo de antihéroes ofrecía una aventura espacial de ciencia ficción, algo que no tenía que afectar en un principio a lo visto hasta el momento. Una historia nueva en un mundo nuevo. Pero con Doctor Strange se introducen elementos nuevos en el viejo mundo que ya conocemos. Ahora que nos hemos hecho a la idea de que haya una coexistencia de gente con poderes, extraterrestres y gigantes verdes, nos toca acostumbrarnos a la existencia de la magia.

Parece una chorrada, pero entorno a este punto gira el éxito o fracaso de la producción, ya que tanto la historia como los efectos que se aprecian en la misma, así como el futuro del personaje, dependen de él. Pues bien, aún es pronto para decir si encaja en el universo -tenemos que esperar a ver a Doctor Strange compartir batallas con el resto de Vengadores- pero lo que sí sabemos es que, efectivamente, han sabido moldear el elemento para convertirlo en un nuevo imán para los espectadores ansiosos de entretenimiento superheróico.

La obra es eso, un buen entretenimiento como la mayoría de las que han salido de la unión de Marvel y Disney. Si bien no ofrece la seriedad y madurez de las obras de los Russo, por ejemplo, sigue siendo un atractivo blockbuster con el que disfrutará el público en general -no es Thor-. Benedict Cumberbatch borda un papel al que le introduce una alta gama de registros muy diferenciados, los cuales pocos actores del universo superheróico lograrían alcanzar. Marvel ha decidido apostar por uno de los mejores intérpretes actuales y han logrado sacarle todo el rendimiento.

Del mismo modo, Tilda Swinton, aunque tímida, sube el valor de una cinta que no es de intérpretes –Rachel McAdams pasa totalmente desapercibida-, sino que es claramente de efectos especiales. La historia tiene la estructura clásica de las películas de orígenes del MCU, muy bien distribuida para que no parezca que le falta contenido en alguna de sus partes. Aun así, el guion es uno más en esa gigantesca dimensión de los guiones de Hollywood.

Volviendo a lo importante del film, los efectos especiales están muy conseguidos, mejorando cosas ya vistas en otras películas al mismo tiempo que emprende con nuevos trucos -nunca mejor dicho- que maravillarán al público. Ahora bien, miedo me da el cómo va a envejecer esta cinta con tanto ordenador.

Si hablamos de adaptación, es cierto que se han tomado muchas libertades, seguramente demasiadas para el fan más acérrimo, sobre todo en cuanto a la personalidad del personaje protagonista, ofreciendo un Strange sarcástico y gracioso, muy marca Disney, algo que también han introducido en la serie actual del cómic. No queda mal ni chirría, pero esperaba que se mantuvieran fieles ofreciendo por lo menos un personaje serio.

Otro de los pocos puntos negativos es algo ya común en el MCU, y es que el villano no está a la altura. Pero bueno, pocos lo han estado -ni Loki lo fue siempre, ya que en la primera de Thor era un bufón más sin chicha-. No obstante, hay luz al final del túnel, porque parece ser que se ha usado la película también para mostrar el origen del que puede ser un importante y temido villano.

Poco más queda por decir, pues podría repetir lo mismo que muchas de las demás críticas de películas Marvel. Es una obra realizada con el claro objetivo de entretener, a toda la familia a ser posible. No va a cambiar el séptimo arte ni la vida de nadie, pero va a conseguir que pasemos un gran rato divirtiéndonos con la carisma de Cumberbatch y esas memorables batallas multidimensionales.

J. Justo Moncho

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