El hombre del tiempo; cómo Richard Linklater es capaz de filmarlo

El tiempo es un concepto peculiar. Un segundo puede durar una eternidad y la eternidad puede estar contenida en un segundo. Saber manejarlo es una cualidad difícil de encontrar; saber lidiar con él cuando se espesa, un privilegio; saber hacer de él una forma de arte, una bendición. La paciencia es un concepto demasiado abstracto. Se agota con facilidad si se tiene. Y para convertir la paciencia en arte se necesita mucho tiempo. Y todo arte lleva su tiempo y precisa de paciencia.

Tiempo y paciencia.

¿Qué tiene todo esto que ver con el cine?, se estarán preguntando. Pues resulta que hay un director que ha hecho de estos dos conceptos su forma de vida, su forma de crear vida. Richard Linklater maneja el tiempo con paciencia, lo deja correr, libre, sin limitaciones, deja que se desarrolle sin más barreras que sus propias manos, y sólo deja que lo persiga su cámara.

Veamos cómo.

Antes del amanecer empieza en 1995 y acaba en 2013, literalmente. La historia de dos jóvenes que se conocen en un tren a Viena, Jesse (Ethan Hawke) y Céline (Julie Delpy) comienza con la primera noche que pasan juntos en la capital austríaca y termina, dieciocho años después, con la pareja de vacaciones en las costas griegas cuidando de sus dos hijas. El argumento está dividido en tres partes: el mencionado encuentro vienés, seguramente la cinta más popular por sus toques de romanticismo adolescente, aunque lo mejor de la película, sin duda, son sus excelentes diálogos -las referencias a James Joyce y el Ulises son constantes-, que dejan ver, más allá de la simple exaltación juvenil, la complejidad de unos personajes perfectamente dibujados; la sorpresa parisina de Antes del atardecer (2004), en la que, nueve años reales después, los protagonistas se juntan en la capital francesa en la presentación del libro que Jesse ha escrito inspirándose en aquella primera noche, las líneas más inteligentes, filosóficas y políticas, así como el punto culminante de la saga -el memorable y musical final, por supuesto- se los guardó Linklater para para el largo más breve de los tres -ochenta minutos de película para una conversación de ochenta minutos entre los personajes, otra vuelta de tuerca-, por otro lado, una de las cámaras más fijas y más constantes de la historia del cine contempla el reencuentro, haciéndonos ver así lo ligeros que son los cambios que traen los cambios; el choque griego cierra la trilogía, otros nueve años después, Antes del anochecer nos muestra el auge y ¿caída? de una relación en crisis, dos adultos maduros y con descendencia que pelean por mantenerse unidos a pesar de ellos mismos.

Así es la vida.

Inmerso en aquel proyecto, surgió otro de naturaleza similar: Boyhood. Rodar el paso de niño a hombre, con sus luces, sus vericuetos y sus sombras, se ha hecho de todas las maneras posibles, la más auténtica, ésta: hacerlo de forma real. Linklater filma a Mason (Ellar Coltrane) treinta y nueve días durante doce años. La película nos cuenta una historia recurrente con una fórmula poco habitual, algo poco habitual. Ethan Hawke y Patricia Arquette -que, a la postre, ganaría un Oscar como actriz de reparto- completaron la plantilla protagonista.

Y así, sencillamente, silenciosamente, pacientemente, se desdibuja el tiempo, diluyendo el concepto para que sea libre.

Su trabajo en estas películas, entre otras, tanto como director como guionista, significó reconocimiento de crítica y público. Y de las academias. En los Oscar, Antes de atardecer y Antes del anochecer estuvieron nominadas a mejor guion adaptado, Boyhood, a mejor película, director y guion original; en los Globos de Oro y los BAFTA, Linklater triunfó como mejor director y Boyhood se llevó los de mejor película; y Antes del amanecer le valió un Oso de Plata en el Festival de Berlín como mejor director.

Sólo queda desear que uno de los mayores creadores de nuestra época siga creando y que uno de los mejores directores modernos siga dirigiendo.

La mejor forma de capturar el tiempo, de capturar la vida, es dejarla pasar, y Richard Linklater sabe hacerlo mejor que nadie.

 

Guillermo García Gómez

Guillermo García Gómez ha escrito 47 artículos en Ciempiés.

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