Cuarta temporada de «Vikingos»; continúa la crisis de identidad de los personajes

Llevaba años autofustigándome por no seguir al día series que, según el populacho, son de visionado obligatorio. «Vikingos» era una de estas series. Para redimir uno de mis pecados, que supuestamente era el no haber visto nada sobre esta ficción del canal Historia, decidí tragármela enterita y llevarla al día. No había visto grandes cosas que me atrajesen de esta serie pero como siempre soy alguien influenciable y caigo en las opiniones y recomendaciones de los demás.

No me atrevería a decir que es una de las peores series que he visto en mi vida, pero sí que diré que es una de las series más sobrevaloradas del momento. Ésta junto con The walking dead y las emitidas por el canal CW de género superheroico se llevan la palma. De hecho, puedo llegar a decir que podría ser una serie decente para tener de fondo. Sin hacerle mucho caso. Pero por favor, no os fijéis en los personajes porque os va a inundar un sentimiento de vacío tremendo. En algún momento he llegado a pensar que, si pudiésemos pinchar a los personajes con una aguja, éstos soltarían más aire que las bolsas de Lay´s.

Esta última temporada nos trae de nuevo como protagonista a Ragnar Lodbrok, un vikingo que arrasa con todo a su paso y que, en algunas ocasiones, duda de su propia identidad. Los dioses puestos en tela de juicio pero, un momento. Éste es el único personaje que sufre tal transformación, ¿verdad?

Bueno, sí, si no contamos con el hermano Rollo que le ha traicionado y ha cambiado su cultura un par de veces, el devoto raptado que al igual que Ragnar cambió unas cuantas veces de parecer y el amigo más inestable de la manada, Floki, el cual en esta última tanda de episodios sufre la llamada del islam cuando asaltan Algeciras.

En este último tramo rompen del todo la serie y dejan a cargo del protagonismo a los hijos de Ragnar, que tratan de sustentar la escueta personalidad de su padre dividiendo las mismas en varios personajes. Claramente tratan de dibujar un Ragnar más loco y atrevido con la presencia de Ivar, pero no acaba de cuajar. Los demás simplemente hacen el vacío sin más. Están porque tienen que estar. En cuanto al ritmo de esta última temporada sigue igual, intentan mantener la floja trama incluyendo pequeñas historias de relaciones amorosas y sexuales entre los vikingos y cristianos. Incluso han llegado al extremo de ofrecernos un trío con dos hermanos y la misma mujer para que simplemente no cambiemos de canal.

Concluyendo, que no nos pagan por minutos (en realidad no me pagan por nada), si la serie ya era floja con lo sucedido en la última tanda de capítulos lo acaban de joder del todo. Lo que más me dio pena del final de esta temporada es que después de unos minutos de búsqueda por internet me enteré de que la broma seguía con otra temporada más. Lo más seguro es que apuesten por la misma fórmula y Ivar se transforme en un buen samaritano. Vamos, no me jodas.

Javier Sólvez

Javier Sólvez López ha escrito 219 artículos en Ciempiés.

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