«El guardián invisible»; lluvia, mitología, pastelitos y escenas de relleno a cascoporro

Nota:
El guardián invisible es una adaptación que no llega a entender el lenguaje cinematográfico pero que cumple su función como entretenimiento caduco

En 2013, la autora Dolores Redondo revolucionó la novela negra española con la publicación de El guardián invisible. Ésta sería la primera obra de una saga de éxito conocida como la Trilogía del Baztán. Este año, el pamplonés Fernando González Molina ha dirigido la adaptación de la novela a la gran pantalla, con un éxito en taquilla admirable, superando el millón de euros en su primer fin de semana.

El guardián invisible nos sitúa en un despoblado y abandonado valle del norte de España, rodeado del característico clima lluvioso y abrazado por un paisaje verde poco común en el resto del Estado. Desde su inicio, nos mete de lleno en el caso a investigar que conformará la trama principal de la obra. La inspectora del FBI Amaia Salazar vuelve a su pueblo natal para dirigir la investigación tras hallar un primer cuerpo en el borde del río. Pronto encontrará una relación con otros asesinatos, descubriendo que existe un asesino en serie en el valle. Además, tanto su pasado como la mitología de la zona irá poco a poco cobrando relevancia en la trama, encontrando un claro vínculo entre estas experiencias e historias y los asesinatos.

El guardián invisible

Perfecto equilibrio entre el macabrismo realista y la fantasía más sólida

Se trata de un film muy disfrutable y entretenido, que te mantiene en tensión durante su extensa duración. No obstante, es imposible pasar por alto los enormes agujeros de guion de El guardián invisible. Del mismo modo, abundan las escenas de relleno en la historia, las cuales alteran el libre flujo de la narración y que sobran por completo. Supongo que en el libro estarán éstas mejor desarrolladas y servirán para aumentar el suspense en la trama, pero en la película no aportan nada en absoluto.

Lo que más me llama la atención y agradezco es el perfecto equilibrio entre el macabrismo realista y la fantasía más sólida. A modo de péndulo la trama va avanzando entre el mundo de la realidad y de la mitología, invitándonos a conocer más la cultura e historia del norte de España.

El guardián invisible

En cuanto a las actuaciones tenemos un trabajo muy loable por parte de los secundarios, que se contrapone con las insulsas interpretaciones principales. Marta Etura se ve muy desganada en su papel, lo que también puede que sea por culpa de un personaje poco desarrollado. Pero nada tiene que ver con el pobre trabajo de Carlos Librado, al que le viene demasiado grande un papel con tantas líneas. Desde luego, el director le ha perdonado demasiado en la cinta.

En definitiva, El guardián invisible entretiene pero podría haber sido algo mucho más grande si hubieran insistido en sacar una historia más solida. No se ha realizado una adaptación correcta a la gran pantalla, pues muchas de las situaciones no se sostienen en el cine. Por suerte, el éxito que ha cosechado les permitirá mejorar estos aspectos en lo que espero sea una superior segunda entrega.

J. Justo Moncho

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