«madre!»; la razón por la que vamos al cine
Aronofsky nos devuelve la vida con madre!
Acaba la película. A medida que los créditos se deslizan por la pantalla del cine Principal, el público, formado enteramente por críticos y miembros de la industria, va dando su nota de aprobación u odio rotundo. Muchos aplauden, algunos la abuchean, pero buena parte de la sala se ha levantado airada antes de llegar tan siquiera al clímax final. Quiero imaginarme cómo fue esa escandalosa proyección en Venecia, porque es la primera vez que he visto una sala así en esta ciudad, y eso que no es precisamente mi primera vez en el Festival.
Darren Aronofsky dirige una película que, con sus fallos (el más grave, esa falta de sutileza en sus imágenes finales), ha conseguido lo que muy probablemente pocos lograrán esta edición: hacernos vivir el cine.
Truffaut lo dijo: «Nadie nace queriendo ser crítico». Serlo, pues, es una decisión hecha a posteriori sobre un amor pasional por el cine; es algo completamente racional, una elección fría para un oficio frío. ¿Acaso no es nuestra función analizar con frialdad las razones por las que nos apasionan unas películas y no otras?. Tanta frialdad que a veces estamos tan ocupados pensando una película que acaba por no decirnos nada. Se encienden las luces de la sala, nos miramos, hacemos un comentario lo más agudo posible, nos levantamos y a otra cosa mariposa.
Madre!, sin contar con lo buena que sea, ha conseguido destruir esta apatía en potencia que domina en las sesiones. Con su provocación, ha conseguido enfadar y entusiasmar a partes iguales, ha creado debate. Y, como al fin y al cabo nadie tiene toda la razón, porque en materia de cine para gustos, colores, siento que Aronofsky nos ha dado la oportunidad de volver a discutir, a pelearnos por el cine. Y si no, navegad un poco por webs como Rotten Tomatoes y veréis como los «altos» críticos se pelean como niños en el recreo.
No me gusta que la gente abuchee una película, esté su director presente o no. Por muy mala que sea una película, lo encuentro un gesto de muy mal gusto, más parecido a una rabieta infantil que a una actitud verdaderamente profesional. Aun así, ver a los críticos enfadados de corazón con madre! me confortó. Aún tenemos un poco de sangre en nuestras venas.