«Los Juegos del Hambre: Sinsajo parte II», un final decepcionante para la saga
Lejos, muy lejos queda ya la inocente y protectora Katniss Everdeen (Jennifer Lawrence) desde que fuese reclutada para la septuagésimo cuarta edición de los Juegos del Hambre. Ahora se nos presenta a una chica segura de sí misma, con mucho que perder y que constantemente se debate en elegir entre lo correcto y lo que le dicta su corazón.
Francis Lawrence, director de todas las secuelas que se crearon tras la película inicial (dirigida ésta por Gary Ross), y también de otros títulos como Soy Leyenda y Agua para elefantes, convirtió lo que parecía una buena idea en una serie de sucesiones y transiciones que supusieron para el espectador eso mismo, una transición para descubrir el final. Cierto es que ha seguido la línea de los libros, pero ésto no ha supuesto una gran innovación. El segundo título, En Llamas, se concibió ya como una repetición de la primera entrega, con la aparición de nuevos personajes y mismo escenario. Dividido en dos partes (sí, encima tienes que tragarte dos películas), el final de la saga es pesado y, concretamente ésta, es una película de ‘acción’ donde lo que menos hay es acción. Mucha transición buscando el destino y poco combate. Buenos efectos especiales, por cierto.
Este filme significa la conclusión de la saga mundialmente conocida y la continuación de Sinsajo parte I, situándonos justo en el momento donde acabó el anterior título. La película, lejos de ser un final apoteósico y brillante para la franquicia, supone un desenlace burdo, repentino y carente en muchas ocasiones de la acción que le debería caracterizar; bueno, casi como todo lo que a esta odisea se refiere: la primera película hizo que nos encaramáramos frente a la pantalla y no pudiésemos dejar de mirar una trama que era innovadora (aunque se trate de la adaptación de un libro) y con personajes carismáticos, excepto el pobre Peeta (Josh Hutcherson), que aunque era el pobre chico indefenso y tierno, era también bastante inútil. Y hasta aquí llegó lo bueno de Los Juegos del Hambre. La primera película y basta; el resto son una serie de tramas parecidas a la primera y tal tostón típico de revoluciones y luchas contra el poder que resultan aburridas y repetitivas.
Por su parte, los personajes carecen de carisma. Jennifer Lawrence y Josh Hutcherson son los que acaparan todos los focos con una serie de desencuentros ya predichos en su precuela. Gabe Hawthorne (Liam Hermsworth) es el chico guapo y malote que va en contra de los valores de la protagonista. El resto del elenco (Woody Harrelson como Haymitch, Natalie Dormer como Cressida, Donal Sutherland como Snow y Willow Shields como Prim, por nombrar unos cuantos) apenas se entrometen y pasan de largo en una película en la que podrían haber aportado más. Julianne Moore hace un buen papel en su interpretación como la presidenta Coin, discreto, pero bueno al fin y al cabo.
En resumen, podemos calificar esta película como algo que tenía que llegar, porque se esperaba ya el final de la saga (cosa que se ha demorado en exceso) y que supondrá una decepción en los que nos ilusionamos con el primer título y poco a poco nos fuimos desinflando con sus secuelas. Además, una segunda parte de una revolución se hace larga.
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