«Anon»; nuevo fracaso de Niccol con este thriller distópico de desarrollo simple y menos profundo en reflexiones de lo que su premisa aparenta
En un futuro en el que no existe el anonimato y todo es información instantánea gracias a una tecnología interna en nuestros ojos, el crimen y los secretos no existen al poder revisar todo lo visto de una vida
Tras un irregular Bonnie & Clyde en clave sci-fi (In Time) y todavía bebiendo de los éxitos y reconocimiento de su filme más célebre de los noventa (Gattaca), Andrew Niccol continua ofreciendo premisas de un futuro cercano distópico para reflexionar sobre la tecnología y la humanidad en esta cinta producida y estrenada en Netflix que aunque deja premisas interesantes no cuaja y decepciona en un desarrollo ilógico y más simple de lo que aparenta.
En un futuro en el que no existe el anonimato y todo es información instantánea gracias a una tecnología interna en nuestros ojos, el crimen y los secretos no existen al poder revisar todo lo visto de una vida. Un detective solitario y entregado a su trabajo (Clive Owen) se obsesiona con una enigmática mujer (Amanda Seyfried) al ver que es anónima e imposible ver sus informaciones y que podría estar tras varios asesinatos sucedidos en la ciudad. Para destapar su identidad, la organización le prepara una identidad falsa a él y así destapar la identidad y revelar las manipulaciones de la bella y misteriosa hacker.
Desde una premisa e idea interesantes y que podrían dar para relevantes reflexiones sobre la privacidad, la manipulación y la libertad individual en la época tecnológica actual; Niccol se estrella al ofrecer un filme cuidado en sus efectos y diseños visuales pero tremendamente simple y decepcionante en su desarrollo dramático perdiéndose en las paranoias habituales de Niccol y sin aprovechar mayormente los elementos clásicos del noir de su propuesta, faltando un mayor dibujo en sus personajes y ofreciendo sobre todo en el papel de Seyfried, una visión similar al que está ya tenía en su trabajo en In Time.
Perdiéndose precipitadamente en su desarrollo y sin que sus reflexiones y subtextos terminen siendo más sólidos y protagonistas, Niccol ofrece una distopía realmente decepcionante que confirma su rumbo decadente tras firmar su obra magna Gattaca en los noventa; ofreciendo algún efecto e idea visual interesante pero excesivamente vacías ante un relato pobre e insatisfactorio y sin que sus protagonistas tengan el punch necesario.