«Aniquilación (Annihilation)»; Alex Garland vuelve a apostar por la sci-fi y el género en esta compleja y ambiciosa reflexión filosófica sobre la identidad, la creación y la evolución
Alex Garland mantiene en esta más ambiciosa propuesta sus intereses y marcas como autor, tejiendo una ciencia ficción exigente, densa y filosófica
Tras un laureado paso como escritor y guionista (28 Días después, Sunshine o Dredd entre otras) y debutar en la dirección con uno de los filmes de ciencia ficción más memorables de los últimos años (Ex Machina), el británico Alex Garland confirma en su más ambicioso segundo largometraje sus marcas como cineasta y su enorme y loable interés por el fantástico, el sci-fi y el género abordándolo desde un prisma más complejo y filosófico.
No exenta de polémica – no tanto por su complejidad como relato – a causa de su distribución final desde la plataforma VOD de Netflix tras ser producida y financiada por Paramount Pictures. Un tema que expone las lacras de la industria de Hollywood, desconfiando no sólo en el espectador en propuestas profundas o “intelectuales” como Aniquilación; sino siendo un claro ejemplo de la falta de riesgo de las grandes productoras, más interesadas en su propio beneficio económico que en apostar por títulos originales y rompedores; algo no positivo para géneros como la ciencia ficción, viendo como el Hollywood que abrazó a Kubrick y su proyecto 2001: Una Odisea en el espacio no parece estar tan predispuesto en tiempos actuales, de tan aparente progresismo.
Tras un año desaparecido sin pistas de estar vivo tras su expedición a la Zona X (creada alrededor de un faro tras la caída de un meteorito), el marido (Oscar Isaac) de una bióloga (Natalie Portman) vuelve casa sin recordar nada de su desaparición ni de los vivido durante ese año; buscando respuestas ante ese extraño lugar y también sobre lo sucedido a su marido, la bióloga se adentra junto a otras cuatro mujeres científicas en la Zona X; encontrando un entorno hostil, cambiante e insólito para el ser humano, enfrentándose a monstruos y peligros.
Tras explorar desde una elegante y opresiva puesta en escena el papel de la Inteligencia Artificial en la muy loable Ex Machina; Garland mantiene en esta más ambiciosa propuesta sus intereses y marcas como autor, tejiendo una ciencia ficción exigente, densa y filosófica que necesita de la aportación e inteligencia del espectador para interpretar sus códigos y sus subtextos (conocida en USA como hard sci-fi). Ofreciendo de nuevo desde una apabullante puesta en escena y estilo visual un relato de extraño magnetismo y halo de tristeza con el que reflexiona sobre nuestra propia condición humana; nuestra condición y memoria, e incluso reflexionar sobre la genética, la evolución y los defectos y mutaciones genéticos como cuna de la continua evolución.
Desde un tono frío, de pulso agónico y que abordan con gran fuerza narrativa sus intenciones alegóricas y filosóficas, Garland juega en la misma liga que el Denis Villenueve de La llegada o el Kubrick más cercano al género (la ya citada 2001 o El resplandor) en esta apabullante propuesta sci-fi que deja momentos memorables, un complejo y extraño simbolismo filosófico y momentos que el fan del género celebrará al saber mezclar su intelectualidad con el género más puro que acercan la cinta a cumbres como la saga Alien o a nivel temático a La cosa de John Carpenter y La invasión de los ladrones de cuerpos de Don Siegel.
Tejiendo la aventura desde sus cinco féminas que conforman la patrulla, Garland teje una pesadilla introspectiva en la que ese nuevo mundo cumple más como enfrentamiento a los traumas pasados y las culpas de las protagonistas más que los peligros físicos que ese mundo ha creado. A destacar no sólo a una magnífica Natalie Portman como protagonista y más traumada y compleja alma de la cinta, sino también a algunas de sus compañeras de armas; sobretodo a Gina Rodriguez y Tessa Thompson. Aunque sea quizás en el desarrollo tosco o menos profundo de algunos de los personajes una de las pocas pegas de la cinta, al merecer (y esperar) más desarrollo de los personajes interpretados por Jennifer Jason Leigh y Oscar Isaac.
Aunque algo tosca en algún momento del relato, Aniquilación sin duda resulta una imprescindible visita para los fans de la ciencia ficción y el género; confirmando a Garland en sus marcas y en un cineasta que teje el fantástico desde una visión poliédrica, compleja y filosófica con la que reflexionar sobre el propio ser humano, nuestro origen y nuestro futuro sin dejar de lado un magnífico talento para la construcción de atmósferas y apabullantes imágenes; construyendo una extraña y compleja reflexión sobre la creación y su evolución, también la nuestra y la del planeta en el que vivimos. Una de las primeras imprescindibles de 2018.
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