«Glass (Cristal)»; Shyamalan cierra su trilogía sobre el cómic y los superhéroes abrazando lo sutil y reflexivo con elocuencia e inteligencia

Nota:
Tras poder disfrutar de sus primeros veinte minutos en la visita y rueda de prensa que ofreció en el Festival de Sitges, M. Night Shyamalan completa con la esperadísima Glass (Cristal) su reflexiva trilogía a los superhéores; regalando uno de los blockbusters más inusuales de los últimos años

19 años más tarde de la magistral y siempre subvalorada El protegido y con una irregular filmografía en esta última década; M. Night Shyamalan termina cerrando ahora su atípica y brillante trilogía sobre el cómic y los superhéroes. Continuando las reflexiones y temas que rondaban los dos filmes anteriores y en una propuesta de total libertad creativa para el cineasta en la que concluir una profunda reflexión sobre el heroísmo, lo diferente y los traumas que forjan nuestra identidad que de paso termina enarbolando una valiente y magistral parábola sobre la sociedad de nuestro tiempo alrededor de los tres “superhombres” protagonistas.

Cuando el cine de superhéroes parecía una rara avis o subgénero geek sin mucha incidencia en la industria (ahora convertido en uno de los productos audiovisuales más multimillonarios e influyentes en la cultura audiovisual actual), Shyamalan tomaba una reflexión entorno al heroísmo a partir de los arquetipos del cómic desde un filme que ahondaba por la seriedad y el minimalismo; en el que primaba el viaje interno de David Dunn y el íntimo entorno familiar, en especial una maravillosa relación padre e hijo.

Por sorpresa en 2016 (estrenada en España en enero de 2017) tras el sorprendente éxito de la comedia de terror en found-footage La visita (2015), que reconcilió al cineasta con crítica y público. Su nuevo proyecto para BlumHouse, Múltiple; ofrecía una sorpresa final que relacionaba los acontecimientos del filme con el universo de El protegido, al cerrar su película con un cameo de Bruce Willis como David Dunn en un bar mientras en las noticias se informaba de los crímenes y secuestros cometidos por Kevin Wendell Crumb. Un individuo que tras un trauma brutal de la infancia generó un trastorno de personalidad múltiple, creando en su interior 23 personalidades distintas, siendo la nombrada “la Bestia” la más terrorífica y peligrosa de todas. Una propuesta que se convirtió en un enorme éxito de taquilla y que nos dejaba con el ansia de saber como Shyamalan iba a unificar y concluir este personal universo de héroes y villanos.

Ahora llega a los cines el cierre de la trilogía; regalándonos una excelente primera media hora en la que Shyamalan nos sitúa la situación y contexto actual de David Dunn y de Kevin Wendell Crumb, dejándonos de paso su primer enfrentamiento. Tras el encierro en un sanatorio mental especial de ambos, descubrimos que ya se encuentra allí Elijah Price/Mr. Glass, con la mirada perdida y sedado en su silla de ruedas. Siendo los tres el material de investigación para la doctora Ellie Staple (la siempre fiable Sarah Paulson) y su estudio sobre los delirios que los tres tienen al creerse con capacidades superiores y su asunción de que son superhéroes.

A partir de este momento, Shyamalan alberga un filme imposible de adivinar en su rumbo narrativo y que resulta por momentos irregular pero que sabe mantener en todo momento el valor discursivo y las reflexiones desde sus personajes. Sin desear revelar nada y permitir que esas ideas vayan alimentado al espectador en su proceso de visionado, Glass vuelve a demostrar el enorme talento y la personalidad propia que Shyamalan ha sabido forjarse dentro del mainstream, destacándose como cineasta singular en lo visual y rompiendo la tónica del cine de superhéroes; obviando la épica y grandilocuencia a la que estamos familiarizados por un filme que se sigue forjando desde lo psicológico y sútil, destacando en este caso la construcción de las secuencias de acción; en las que priman los planos subjetivos y el fuera de campo.

En el terreno interpretativo, James McAvoy vuelve a dejar una brutal exhibición interpretativa en la piel de Kevin Wendell Crumb y sus numerosas identidades, ofreciendo una apabullante versatilidad de registros; recuperando en especial a las identidades más conocidas ya de la anterior Múltiple – el protector y ordenado Dennis, la estricta Patricia y el niño de nueve años Hedwig –  y una mayor exhibición de la Bestia en acción. Frente a él, un elenco que sabe afrontar con identidad propia a sus ya conocidos personajes destacando el regreso de Bruce Willis a productos de este nivel tras años de desastrosas y menores cintas de acción y en especial, Samuel L. Jackson como Mr. Glass. Pasando de estar ausente en su silla de ruedas durante todo el primer tercio del relato a ser la “mente maestra” de la trama y del espíritu del film. A ello vale la pena mencionar el regreso de los únicos personajes y aliados de estos denostados por la sociedad; el hijo de Dunn – interpretado por el mismo niño de la original, el ya adulto Spencer Treat Clark -, la superviviente Casey (Anya Taylor-Joy) y la madre de Elijah (Charlayne Woodard), sabiendo ser personajes relevantes en la trama y en su último tercio.

Un filme inusual y realmente fascinante que inlcuso necesitará de más de un visionado para comprender y descodificar todas las reflexiones, ideas y formas que Shyamalan construye; cerrando con gran solidez su trilogía sobre los superhéroes y los cómics. Una trilogía que aborda sus ideas desde lo reflexivo e íntimo, desde sus personajes y sin efectismos; abrazando el fantástico y el género desde un poso dramático en plena madurez y control.

Resultando en conjunto más irregular que la excelente primera cinta, Glass añade además del cierre de temas y personajes, una sorprendente y valiente parábola social que ataca a los poderes que parecen anular el desarrollo de nuestras singulares y especiales facultades en la que internet tiene un controvertido y ambiguo rol, aunque también un valor como medio en el que revelar e inspirar a nuestra sociedad y atacar a los poderes establecidos. Shyamalan ofrece gracias a ello uno de los blockbusters más singulares de estos últimos años y que esconde en realidad un inspirador discurso final sobre nosotros como Humanidad.

 

Jose Asensio

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