El corazón de las tinieblas

Francis Ford Coppola, poniendo inolvidables imágenes a las inolvidables palabras de Joseph Conrad, trasladó en Apocalypse now a la guerra de Vietnam el viaje que unos cuantos soldados emprendieron para localizar al desaparecido coronel Kurtz. Y durante su trayecto, que se desarrolla de forma paralela a la travesía interior de los protagonistas de la expedición, acaban descubriendo que las atrocidades de la guerra no difieren mucho de los conflictos que emanan de lo más oscuro del espíritu. «El horror», proclamaba Kurtz, al ritmo de The end, de los Doors.

El director de, entre otras, la trilogía de El Padrino, La conversación o Drácula de Bram Stoker, supo reflejar en aquel barco que remontaba territorios en conflicto las tinieblas que rodean el corazón de los hombres cuando viajan hacia dentro, cuando la odisea desemboca en el alma. Y ahora ha encontrado su réplica en otro realizador. Ahora Alex Garland ha tomado el relevo de Apocalypse now en su nueva obra: Aniquilación.

El autor inglés, responsable de la genial Ex Machina, ha conseguido retratar otro periplo interior que culmina con la exégesis de los peligros de enfrentarse a uno mismo, gracias un argumento semejante a su principal referente: la historia principal que nos cuenta es la misión que cinco científicas afrontan para recabar información sobre la denominada Zona X, una especie de mundo surgido en la Tierra tras la colisión de un meteorito, y averiguar qué ha sido de los anteriores expedicionarios, entre los que se encuentra el marido de la protagonista, interpretada por Natalie Portman, el único pionero que ha regresado, aunque muy cambiado, de la cúpula, conocida como «El Resplandor», que recubre la Zona X.

Cada una de las voluntarias tiene sus motivos para emprender la marcha, que no es sino una oportunidad de huir de sí mismas, y durante el camino van descubriendo poco a poco los peligros, fundamentalmente en forma de mutaciones de la flora y la fauna de este planeta, que les aguardan bajo la bóveda. Hasta que se dan cuenta de que la principal alteración se está operando, precisamente, en su interior, de que más que investigar la región, lo que están haciendo es acercarse peligrosamente a su propia psicología.

Y es durante los momentos de pausa de su travesía, cuando la película evoluciona hacia dentro, cuando las protagonistas van mostrando sus demonios y sus tinieblas. Es durante su viaje en pequeñas barcas por los territorios pantanosos de la Zona X, otro guiño a Apocalypse now, o mientras hacen noche en un fuerte del ejército estadounidense, cuando Portman y compañía van desgranando sus infiernos personales, que pueden ser el alcoholismo, la pérdida de una hija, un cáncer o el mismo hastío de la existencia, y el viaje interior se va haciendo más profundo.

Pero este trayecto se vuelve tan abismal que absorbe hasta las posibilidades del regreso. Y la protagonista, última superviviente del grupo, lo simboliza en su descenso literal hasta el último nivel, una vez ha alcanzado el epicentro del desastre, donde se encuentra con su propio reflejo. Se topa con un ente alienígena que toma su forma, que nace de su sangre, que imita sus movimientos como una sombra de la que no se puede huir porque es la propia, como un alter ego que aprende a atacar cuando ella ataca.

Y, no tan amnésica como su marido, vuelve. Pero ya no es ella. Y ese es el mensaje que a mí, personalmente, me ha transmitido Aniquilación: cuando se regresa de un viaje interior, cuando te enfrentas a ti mismo, no puedes volver a ser tu yo anterior. Y esta es la razón de que, en mi opinión y a pesar de que, en general, odie los finales abiertos, la conclusión de esta obra sea perfecta para su trama. Porque juega con la ambigüedad y la ambivalencia como lo lleva haciendo durante toda la obra, y así lo demuestra que la cúpula sea una «refracción» de sus habitantes o los planos del vaso de agua del que bebe Oscar Isaac, que exhibe las imágenes de su mano del revés.

Al contrario que en Ex Machina, que alcanzaba sus tesis a través de las conversaciones del humano con la robot (perfectamente encarnados por Domhnall Gleeson y Alicia Vikander), que se desarrollaban en el mismo espacio claustrofóbico, Garland culmina su última película a través de la reflexión del viaje, mediante espacios abiertos en los que indaga, de forma más profunda que en su ópera prima como director, sobre cuestiones como la evolución natural o la identidad.

Es cierto que Aniquilación adolece de algunas carencias de guion, como la absoluta inoperancia de las componentes del grupo de científicas, a excepción de Natalie Portman, durante su estancia en la Zona X, ya que su labor más relevante en la historia de este camino es, en líneas generales, sujetar la boca al cocodrilo mutante para que la protagonista tomara muestras para su investigación tras el ataque que sufre una de ellas, ataque, por cierto, ante el que solo reacciona rápidamente la Portman. Esto convierte a sus personajes secundarios en meros recursos narrativos para explicar al espectador algunos conceptos de la Biología o la Física y apoyos para que la protagonista desarrolle el suyo: sus motivaciones y las soledades de su pasado.

Además de un error recurrente en este tipo de películas de ciencia ficción (Prometheus, Alien: Covenant), cuyo hilo argumental se basa en una exploración pionera: ninguna de las científicas, sí, científicas, de la obra de Alex Garland lleva algún tipo de protección higiénica mientras se adentran en un espacio desconocido; qué menos que guantes y mascarilla antes de sumergirse en un nuevo mundo y empezar a tocar todo con total despreocupación, ¿no? Se podría aducir que si los tuvieran, las protagonistas no se «contagiarían» de las mutaciones de la Zona X, pero, a decir verdad, la presencia de elementos otorgaría fuerza y misterio a los agentes desconocidos, que podrían burlar las precauciones humanas, de este territorio ignoto.

«El horror», concluía Kurtz, al ritmo de The end, de los Doors. El horror es la guerra, una zona inexplorada plagada de peligros y mutaciones de la que nadie ha vuelto como se fue. El horror es un viaje por un río. El horror es tu propio reflejo, que el espejo, aunque sea un ser alienígena, te devuelva la mirada y te haga enfrentarte a tu interior, a ti mismo. Aniquilación es una revisión en tono de ciencia ficción de Apocaylpse now, es el corazón de las tinieblas del ser humano cuando explora sus demonios, y la película que asienta las señas de identidad de un director genial que ha sabido plasmar los oscuros peligros y consecuencias de contemplar la propia imagen en un espacio luminoso y abierto, como Kubrick nos infundió terror con un triciclo inocente y la luz del hotel Overlook encendida, allá en los años 80.

Aniquilación es un recorrido por el alma de sus protagonistas, una crónica de la autodestrucción de sus personajes, como bien expone Jennifer Jason Leigh, la jefa de la expedición, en la mejor disertación de la cinta; es, ni más ni menos, la triste historia de un viaje interior.

Guillermo García Gómez

Guillermo García Gómez ha escrito 47 artículos en Ciempiés.

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