Minnelli, Kurosawa o Pialat ya habían abordado con gran curiosidad y admiración la figura y arte de Vincent Van Gogh, capturar su mundo y su personal y turbulenta visión del mundo que le han confirmado como uno de los artistas más personales e influyentes del arte impresionista. Schnabel busca abordar ahora a Van Gogh, desquitándose de cualquier estructura dramática del biopic más rutinario y buscar ofrecer un filme experimental que represente la mirada del propio Van Gogh a la hora de crear como en su propia mirada al mundo y realidad que le rodea.

Distintos tratamientos del color, un montaje abrupto y objetivos anamórficos y que juegan con el enfoque buscan trasladar la personal mirada de Van Gogh y su locura; retratando este elemento sin caer en lo excesivo o neurótico que siempre ha caracterizado al pintor; sino ofreciéndose como otro elemento necesario para la singular mirada del pintor neerlandés; en el que la serena y majestuosa interpretación de Willem Dafoe tiene gran parte de culpa, sabiendo abordar a Van Gogh desde una nueva mirada que no tiene que recaer en el dramático tormento.

Aún así, la pretenciosidad y manejo abrupto de la dirección de Schnabel hacen que el filme resulte irregular; impulsivo al querer capturar el arte y personalidad del pintor, resultando por momentos excesivamente fría y con la sensación de que Schnabel busca firmar y destacarse tras la cámara. At Eternity’s Gate sabe dar una nueva mirada a la figura de Van Gogh con la que Schnabel busca trasladar al cine la pintura y el trazo de los cuadros y carácter de Van Gogh; abordando de forma profunda el proceso artístico desde la subjetividad y el majestuoso rostro de un Willem Dafoe incomparable.