53 Festival de Sitges 2020 – Crítica de «Vicious Fun»

Nota:

Aunque con unas cuantas cintas de terror a sus espaldas, Cody Calahan (Antisocial) no acababa de convencer. Ahora, al dirigir esta comedia de terror geek, parece haber dado en la diana. Por lo menos, para ofrecer uno de esos disfrutables “crowd-pleasers” que el fan del festival de Sitges agradece con carcajadas y aplausos.

Vicious Fun nos traslada a 1983 y nos presenta a Joel, un joven que se gana la vida (si se puede decir así) como crítico de cine especializado en cine de terror, sobre todo el que va de la Serie B a la Z. Tras una salida nocturna siguiendo al ligue de su compañaera de piso, de la que está muy enamorado, acaba dándose de bruces con lo que parece un grupo de terapia de asesinos en serie. Aunque intenta integrarse entre el grupo como un psycho-killer más, pronto descubrirán su tapadera, sobre todo Bob, el novio al que seguía y que es un temible asesino sociópata con personalidad múltiple.

A partir de ahí empieza un chiflado juego del gato y el ratón con Bob y la asesina Carrie como objetivos lleno de carisma en sus personajes, luces de neón y música electrónica que da rollo cool a las escenas. Una de esas películas que triunfarían en un maratón de medianoche y en el que cabe destacar a un reparto entregado al cachondeo y al registro de cada personaje; especialmente a Ari Millen como Bob, uno de los inolvidables villanos de esta edición.

Jose Asensio

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