«Nagasaki: Recuerdos de mi hijo»; la vida sigue tras la tragedia

Nota:

Con más de ochenta años a sus espaldas y medio siglo de carrera, Yoji Yamada ha encontrado su gran reputación en esta inspirada época; explorando el cine desde una visión clásica, muy deudora del cine de Ozu; volviendo al cálido melodrama tras su incursión en la comedia con las dos exitosas partes de Una familia de Tokio.

Tras tres años del bombardeo atómico de Nagasaki, Nobuko visita la tumba de su fallecido hijo; un brillante joven que estudiaba Medicina en la ciudad y que resultó una de las víctimas inocentes del acontecimiento. Tras volver a casa, el fantasma de su hijo se le presentará en la noche y tendrán conversaciones sobre recuerdos de su vida y el cómo se siente ella y su joven prometida, aún dolorida y fiel al fallecido.

Yamada construye una cinta que se construye en su mayoría de metraje en la misma sala de la casa de Nabuko; una aproximación sencilla y clásica, llena de una lograda calidez y de una emotividad y humanidad que le entroncan a su notable melodrama anterior, La casa del tejado rojo. Yamada deja una mirada cercana a la familia y una cotidiana y sutil visión del fantástico y lo fantasmagórico; que permite al relato ofrecer una bonita reflexión sobre la muerte y la fuerza vitalista de seguir adelante para todos los que aún soportan el dolor del fallecido.

Es cierto que sus algo más de dos horas, hacen que su segunda parte resulte más reiterativa, y aunque exponga detalles argumentales resulta floja en la incidencia de su final. Yamada firma un notable melodrama que homenajea a los familiares y víctimas del bombardeo tras las más de siete décadas del suceso; abordando un drama japonés clasicista y lleno de humanidad , que le confirman como uno de los grandes aprendices de Ozu; todo subrayado desde un prisma de la fe cristiana y la tradición, aunque emocione en su mensaje vitalista frente a la muerte.

Jose Asensio

Jose Asensio ha escrito 532 artículos en Ciempiés.

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