«Okja»; la realidad de la industria alimenticia, la bofetada que necesitábamos

Nota:
Tras maravillar en Cannes nos llega Okja, la primera película de Bong Joon-ho para Netflix

Netflix ha estrenado esta semana la esperada Okja, su primera colaboración con uno de los autores más internacionales de la industria cinematográfica surcoreana: Bong Joon-ho. El visionario director nos presenta así esta divertida, didáctica y emotiva fábula que ya cautivó a la crítica en la pasada edición del Festival de Cannes.

Okja es una superlechona que forma parte de un concurso creado por la corporación Mirando que pretende comercializarla como el alimento del futuro. Pero, lejos de contentarse con la cría en granjas industriales, la empresa organiza una competición televisada, a modo de show de tele-realidad, para dar con el supercerdo perfecto. Como es de esperar desde un principio, Okja resulta ganadora y su premio es pasearla por el circo mediático formado en EEUU para después sacrificarla y convertirla en hamburguesas, salchichas, etc. No obstante, Mija, la niña con la que ha crecido cuidándose mutuamente, no piensa desprenderse de su amiga. Por ello Mija la seguirá hasta donde haga falta para rescatarla, con el apoyo de los nuevos amigos que irá conociendo y que se le unirán a la causa.

Aventura emotiva, sí, pero a la par de divertida

Okja parece esa película que sale cada poco tiempo a modo de remake disimulado de Liberad a Willy, pero en absoluto tienen que ver la una con la otra. Para empezar, y sin andarme con rodeos, Liberad a Willy es un bodrio mientras que Okja es desde ya la mejor película que ha producido Netflix y una de las mejores que se han estrenado en lo que llevamos de año.

Es una aventura que a ratos te hace reír, a ratos llorar y a ratos morder el cojín como si eso pudiese ayudar a Mija con su objetivo. Okja es pura lucha y belleza, el baile perfecto que solo consigue el pelear por una buena causa.

Quizá sea una película demasiado coreana para el ojo occidental y no sea fácilmente digerible para todo el público, como ya pasó con la espléndida Snowpiercer. Su cine -del mejor que existe en la actualidad, también hay que decirlo- mezcla elementos que en Europa y América ni se plantearían, destacando el humor a priori infantil -o más bien inocente- entre situaciones oscuras y dramáticas. Yo lo veo todo un acierto el respetar esta forma de hacer cine, pues ello hace a Okja tan buena y especial. Sin Joon-ho la historia no se hubiese sostenido.

Una plantilla de lujo en la que se impone el rostro menos conocido

Además, saltándonos inmerecidamente todo el potencial visual de la obra, llena de planos e imágenes que enamoran, Okja cuenta con un reparto que la obliga a no pasar desapercibida. Vemos un Jake Gyllenhaal muy metido en un papel al que no nos tiene acostumbrados, tan bien interpretado que dan ganas de pegarle un puñetazo. También una Tilda Swinton que casi repite personaje de Snowpiercer pero que sorprende con más registros de los que imaginábamos en un principio. Y un Paul Dano inmenso, el cual se come la pantalla con cada aparición demostrando el potencial increíble que tiene este actor. Eso sí, a excepción de cuando comparte pantalla con Ahn Seo Hyun, la jovencísima protagonista que da una lección de interpretación a todos y cada uno de los grandes actores de los que se ha rodeado en esta cinta.

Una película que sí, tiene cerdos gordos con calidad Paint, y sí, tiene chistes de pedos, pero todo eso es necesario y más, pues forma parte de su magia. Tan bella como agresiva, tan real como necesaria. Una mirada crítica que no por ello tiene que ser menos disfrutable.

J. Justo Moncho

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