«Sieranevada»; Cristi Puiu reinventa el realismo y radiografía el pasado histórico de su país
Presente en la Sección Oficial del Festival de Cannes del pasado año, donde recibió grandes alabanzas aunque se fuera injustamente de vacío; Sieranevada confirma a Cristi Puiu como el gran autor de la nueva ola rumana (con permiso de Mungiu) en una propuesta que aunque cotidiana y naturalista ofrece una destreza técnica y escénica más que destacables.
Tras la victoria de la celebrada La muerte del señor Lazarescu en la sección Un Certain Regard de Cannes, Puiu volvió a la croisette con esta cotidiana pero extraordinariamente profunda sobre la situación actual de Rumanía y el peso sin olvidar de su historia y sus conflictos sociales, que generan profundos conflictos en la familia de ese angosto piso al que Lary y su mujer llegan para rendir homenaje y descanso al patriarca fallecido.
Tras un prólogo en exteriores en el cual vemos como el matrimonio deja la hija a la abuela materna y con el coche se dirigen al piso familiar; Puiu encierra en ese cosmos familiar a unos individuos que discuten y hablan generando una radiografía de las diferencias individuales de Rumanía, de las diferentes formas de pensamiento; desde el sueño de la vuelta del comunismo o la monarquía, hasta el papel de la religión y de las tradiciones pasando por un matiz más contemporáneo como las conspiraciones sobre el 11-S o el reciente (en el relato) atentado a la redacción de Charlie Hebdo.
Puiu madura una forma y puesta en escena excepcionales que se esconden gracias a la naturalidad pasmosa de sus actores, entrometiendo la cámara en el pasillo y las habitaciones del piso utilizando sólo paneos horizontales con los que dirigir el devenir de los diferentes personajes como si fuéramos nosotros mismos los que estuviéramos presentes en esa casa donde los choques y le peso de la historia reciente rumana continua generando conflictos incluso en los espacios vitales más pequeños. Además de ofrecer un loable protagonista siempre confuso y sin saber a quién defender que en un excelente tercer acto tendrá que aceptar su nueva posición en la familia. Aún con una extensa duración que puede venirle en su contra, Puiu teje uno de los experimentos formales más brillantes del año cinematográfico y reinventa las formas neorealistas sin grandes estridencias.