«La primera purga: La noche de las bestias»; reiterativo aire exploit en esta precuela que no aporta nada nuevo y resulta excesivamente arquetípica en sus personajes y en la acción
La noche de las bestias vuelve a las pantallas de cine, en esta ocasión con los primeros pasos de esta inmoral ley americana
Cuarta entrega de la distopía sociopolítica de The Purge que nos cuenta ahora la primera noche en la que todo crimen está permitido, ofreciendo un funcional y excesivamente reiterativo en temas exploit que ahonda en la guerra racial y clasista de la saga sin que nos ofrezca más ideas y respuestas que los filmes anteriores de James DeMonaco (esta vez sólo como guionista y productor).
El filme se cuece en una narración reiterativa y llena de clichés, ofreciendo momentos y temas ya manidos en las anteriores entregas, siguiendo el rumbo de la acción y el exploit de las dos secuelas desde un desarrollo sin rumbo, que busca directamente impactar al fan mas entregado y morboso a la franquicia y que no desarrolla sus tramas más conspiratorias, cómo la que rodean a la psicóloga ideóloga del experimento ni a los políticos de los Nuevos Padres Fundadores que son conscientes de su herramienta de totalitarismo y liquidación de las clases marginales.
Sin aprovechar estos temas, el filme vuelve a engancharse a las clases bajas que sobreviven la noche de la Purga; subrayando el componente racial al situarnos en un barrio marginal de Staten Island en el que un vendedor de droga y rey del barrio se tornará en héroe de acción (muy discutible sin duda su dibujo), y una humilde familia afroamericana que incluye a la idealista ex-novia del mafioso; resultando un nivel de ideas repetitivas, simples y que desgasta claramente la franquicia funcionando solo en la catárquica visión que cierto público afroamericano puede encontrar en esta distopía de totalitarismo y violencia que en época de Trump coge mayor visceralidad y significado.
Además...
«La noche de las bestias», trilogía que va de menos a más
«El justiciero (Death Wish)»; pulso y cierto macarrismo de Serie B a un thriller de acción de discutible mensaje sobre el acceso a las armas
«Medidas extremas»; sólido y convencional descenso a los infiernos del crimen por parte de un padre de familia
«Alita: Ángel de combate»; apabullante en lo técnico y simplificada en su guión, Cameron y Rodriguez ofrecen una fiel adaptación del manga de Kishiro