«22 de julio»; Paul Greengrass decepciona con una docuficción de aroma telefilmesco que elimina el nervio y músculo habitual de sus filmes

Nota:
Netflix y Paul Greengrass lanzan esta reconstrucción fiel y con distintos puntos de vista del brutal ataque que sufrió Noruega en la isla de Utoya en 2011, aunque decae en una funcionalidad y falta de pulso y discurso que la acercan al formato del telefilm

En tan sólo un año el letal y duro ataque terrorista que sufrió Noruega en el verano de 2011 ha encontrado dos filmes de particulares visiones y prioridades narrativas distintas. La primera, apostando por la capacidad inmersiva y dramática la tan valorada cinta de Erik Poppe (pendiente aún de estreno en España); y el irlandés Paul Greengrass apuesta mucho más por la docuficción y una reconstrucción desde varios puntos de vista del ataque terrorista y del juicio al que se enfrentó el culpable. Decepcionando ante un metraje excesivo y que resulta rutinario y algo telefilmesco, sin el músculo que suele exhibir en sus proyectos. 

El 22 de julio de 2011, Noruega sufrió el ataque terrorista más grave de su historia. Un ultraderechista detonó un coche bomba en la ciudad de Oslo cerca de un edificio oficial y más tarde se dirigió infiltrado como policía a la isla de Utoya, donde disparó a un grupo de jóvenes que se encontraban de campamento de verano; asesinando a un total de 77 personas. Tras la detención expuso el porqué de su crimen, dictaminando que buscaba recuperar la posición de la “raza” europea frente a las políticas progresistas y de apertura del país que el partido laborista llevaba realizando en el gobierno.

Greengrass busca ofrecer una reconstrucción de raíz documental desde la ficción, ofreciendo el acto y sus consecuencias judiciales desde distintos puntos de vista: el del verdugo y asesino, una de las víctimas supervivientes y su recuperación y una parte más política, siguiendo al Primer Ministro, una aspirante a alcaldesa madre del joven superviviente o al abogado que debe defender a Anders.

22 de julio es sin duda una decepción. Greengrass construye un relato de fidelidad documental pero que no cuaja en su mirada política y que tras su medianamente angustiante primera media hora en el que vivimos el acto terrorista, se pierde en lo rutinario  primando toda la evolución y desarrollo del juicio. Además, se  se añade el drama del superviviente y su recuperación junto a su familia, el segmento en el que Greengrass se denota menos en forma, resultando un aburrido telefilm de tarde.

A ello se suma además un metraje excesivo que roza las dos horas y media y que tampoco termina de cuajar un discurso político que fácilmente exponía muchos de los males a los que se enfrenta Europa en esta era; los radicalismos, la ultraderecha y el terrorismo. Manteniendo una distancia y fría mirada de docuficción que resultan decepcionantes al venir de manos de un director con tan pulso y nervio y que aquí padece de una frialdad y convencionalismo dignas de un telefilm de tarde.

Jose Asensio

Jose Asensio ha escrito 532 artículos en Ciempiés.

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