«El último traje»; el último viaje para cumplir una promesa
Pablo Solarz nos presenta un emotivo relato sobre la dignidad, la amistad y contra la intolerancia en El último traje
Desde Argentina nos llega El último traje, una emotiva dramedia dirigida por Pablo Solarz, sobre cómo un hombre anciano sin el aprecio de su familia (más allá de los intereses económicos) decide huir y proponerse a realizar una promesa del pasado, para cerrar traumas y quizás irse a la otra vida sin remordimientos.
Solarz ofrece una visión del mundo judío argentino pocas veces visto desde esos lares (normalmente suelen ser producciones europeas) y a un anciano hombre seductor y elegante que se ve poco querido en casa por sus hijas y decide huir hacia Polonia para cumplir una promesa del pasado, encontrarse de nuevo con su amigo Piotrek, un polaco que le ayudó tras la ocupación nazi y le salvó la vida tras ser liberado del campo de concentración.
Con aires de road movie vitalista a lo Alexander Payne (sin llegar a las cotas de ingenio de éste), a partir del personaje protagonista – un encomiable Miguel Ángel Solá -, Solarz busca ofrecer un emotivo relato sobre la dignidad, la amistad y contra la intolerancia – sobretodo en las heridas abiertas del protagonista frente a la sociedad alemana, tan cambiada y consciente de lo cometido actualmente -; acompañado durante el trayecto por un elocuente grupo de intérpretes; aunque todos no tengan el peso suficiente ni el interés.
Cabe destacar la siempre estupenda Ángela Molina, con la que Solá comparte los momentos más dignos de la screwball comedy; un tono cómico que se irá diluyendo con el paso del metraje, perdiéndose en favor del melodrama y de un desenlace emotivo. Similar a la eficiencia de cierta dramedia francesa, El último traje resulta una cinta recomendable que ofrece una buena dosis de emotividad y reflexión humanista sencilla; aunque por el camino pierda cierto ingenio cómico.