Alucard, Belmont y Sypha continúan su cruzada contra Drácula, mientras este prepara su ejército para aniquilar a la humanidad
En julio de 2017 se estrenó la serie Castlevania en Netflix. Concretamente, fueron cuatro los capítulos que se nos brindaron ese verano. De este modo se hizo una breve y concisa, aunque exitosa, presentación de lo que prometía ser una serie que maravillaría a fans e iniciados de la saga de videojuegos de Konami. La adaptación animada nos presentaba a los personajes principales de una forma fugaz pero efectiva.
En esta segunda temporada retomamos el momento exacto de su aparición. Alucard se ha unido a Belmont y Sypha en su cruzada contra Drácula, su propio padre. Mientras tanto, el señor de los vampiros prepara su ejército para un genocidio en contra de la humanidad por la muerte de su esposa. Esto ya lo pudimos ver en la primera temporada, pero hay nuevas imágenes de como se llevó a cabo su detención y posterior ejecución como una bruja por parte de la Iglesia.
Comparada con la primera temporada, esta segunda tiene varias carencias. Mientras que su antecesora nos inundaba de sucesos e información, la segunda temporada precisa de ellos. Apenas unos ligeros matices tratan de explicarse y numerosos personajes son introducidos sin presentación. Además, varios de ellos carecen de carisma alguno y resultan cargantes. Otros, sin embargo, son utilizados como excusa para llevar a cabo una tercera temporada. Además, (SPÓILER IMPORTANTE, sigue leyendo en el siguiente párrafo) la muerte del villano principal, Drácula, ha hecho que se pierda total interés en su continuación. El antagonista pasará a ser Carmilla, la señora de otro clan de vampiros, hecho bastante decepcionante. Como tal decepción al ver a un Drácula abatido y despreocupado, y que no llega a dar apenas batalla.
Apartado visual bastante pobre
Con un más que apetito abierto con el estreno, en esta nueva entrega de Castlevania esperábamos ver mucho más. No obstante, parece ser que los guionistas y/o ilustradores se han quedado sin ideas demasiado pronto. Aunque la animación sigue siendo digna de admirar, la creación se ha quedado estancada. Los monstruos que pudimos ver en la primera temporada son los mejores que veremos. Con la ambición de ver los esbirros más poderosos de Drácula, la decepción ha sido notoria. Murciélagos, cuervos y momias un poco musculados son lo único que encontraremos. Además de vampiros encapuchados sin poder diferenciar ningún rasgo físico, a expensas de dos o tres altos mandos.
Lo único que se libra de este apartado visual son los contextos y paisajes. El imponente castillo de Drácula, la región de Valaquia o la hacienda de los Belmont son un ejemplo de ello. En especial el gran castillo ambulante tiene una bella y detallada recreación. Sus recovecos, engranajes, alquimia, decoración y, sobre todo, su majestuosa silueta exterior, hacen de este lugar un recóndito a tener en cuenta y despertar interés.
Por otro lado, y respecto a los personajes, los protagonistas parecen sacados de un patio de recreo. Parece que se están continuamente insultando con ‘tonto’, ‘caraculo’ o insultos parecidos. La única que desprende un atisbo de evolución es Sypha, pues consigue un gran poder. Aunque esto es borrado de un plumazo con su exaltación infantil por haber conseguido tal logro.
Desde mi punto de vista, la expectación que despierta Castlevania ya es mínima. Una prolongación de ocho capítulos de unos 20 minutos, de los que sobran cinco como mínimo. Bastante relleno con el fin de que aparezcan personajes sin sentido alguno. Bueno sí, el de que haya una tercera temporada viendo el gran deseo que provocó la primera.