«Green Book»; Peter Farrelly deja atrás la comedia escatológica para ofrecer un encantador must-see con fuertes vientos rumbo al premio Oscar
Peter Farrelly deja las marcas que le encumbraron en los noventa con la comedia escatológica ahondando en la convivencia y la amistad en esta historia basada en hechos reales que nos traslada al racista sur de la América de los años 60
Convertida en un must-see desde su exitoso paso por el Festival de Toronto, uno de los hermanos Farrelly, Peter; deja atrás la comedia escatológica que popularizó a finales de los noventa y que influenció al género para ofrecer ahora una historia más clásica, de matiz social y que pone al racismo de la América de inicios de los 50 como telón de fondo para tejer una encantadora road movie sobre la amistad inspirada en la experiencia real del padre de Nick Vallelonga, uno de los guionistas.
Tomando ese amable tono irresistible para los académicos más veteranos de Hollywood – véase la muy conservadora Paseando a Miss Daisy o más recientemente Criadas y señoras -, Farrelly constituye una amable road movie que busca retratar el racismo de la época de los 50 y 60 en ese trayecto en clave road movie por el sur estadounidense para el que el famoso pianista Don Shirley (Mahershala Ali) contrata al problemático, rudo y espabilado Tony “Lip” Vallelonga (Viggo Mortensen); realizando un viaje de casi dos meses (hasta el día de Nochebuena) por la conservadora y racista parte sureña de Estados Unidos, encontrando una estrecha amistad tras dejar sus prejuicios y diferencias (de raza y clase) a un lado.
Es evidente que Farrelly sabe construir un producto que con facilidad conectará con todo el público, ofreciendo una equilibrada mezcla de melodrama y emoción junto a una muy bien dosificada comedia. Una virtud muy habitual en por otro lado, una road movie que sabemos las direcciones que va a tomar, pero que sabe encandilarnos acertadamente al priorizar el drama de sus personajes y guión – además de la química y magníficas actuaciones de sus protagonistas – por encima de filigranas o excesos facilones en su visión más social.
Si algo vale destacar de Green Book es a sus enormes actores protagonistas; Viggo Mortensen construye a un personaje bruto y lleno de vis cómica que dentro de sus rudos modales nos cae simpático desde el primer instante, un buscavidas para que su esposa e hijos puedan seguir viviendo dignamente y que verá cambiar sus prejuicios ante la relación de amistad con el Dr. Shirley; un Mahershala Ali como casi siempre brillante, que nos conquista con la fragilidad y dudas internas de su personaje cuanto más avanza la trama; sacando de ello un interesante conflicto, no sólo de desprecio de raza sino de clases; resultando un valor añadido a ese notable equilibrio de risa y emoción que Farrelly construye desde el libreto.
Ambos ofreciendo el mejor trabajo de su carrera desde Captain Fantastic y Moonlight respectivamente; y Farrelly ofreciendo una dirección clásica en la que prima el guión, los personajes y los actores son los grandes y humildes valores de Green Book. Una película que aborda el racismo desde la convivencia, desde ese mutuo aprendizaje de sus personajes frente a los prejuicios y conservadurismo de la sociedad sureña por los que luchan de forma justa ante su mutua amistad y su cambiada y adquirida filosofía de vida. Un filme entrañable, que conquista con facilidad y en el que brillan sus dos excelentes intérpretes y que claramente se posiciona como una de las grandes contendientes para los ya cercanos premios Oscar de la Academia de Hollywood.